El perdón no borra el pasado pero tiene un poder único que pocos entienden. Todos hemos sido lastimados por alguien a quien le confiamos nuestro corazón. Todos hemos sufrido la decepción de una traición y todos hemos sentido el dolor de un corazón roto.
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Nadie está preparado para eso y puede sentirse como un pesado bloque de plomo que nos tumba y no nos deja ponernos de nuevo de pie. Es algo que pasa de manera inesperada y duele en lo más profundo del alma, especialmente si viene de un amigo cercano, un miembro de la familia o un amor.
Todos conocemos la decepción, la sensación de un corazón roto y la ira que provoca una traición por la espalda. Sin embargo, existe algo muy poderoso que puedes hacer: perdonar a quien te rompió el corazón.
A menudo escuchamos que «perdonar a quien no lo merece» es debilidad, pero no es así. El perdón tiene un efecto muy poderoso y al final, no es para la otra persona sino para ti.
Perdonar no es nada fácil, requiere mucha fuerza y madurez para hacerlo.
Quizá sientas que no estás en condiciones de hacerlo. Quizá pienses que perdonar a esa persona es dejarla que siga en tu vida. Pero no es así. Mientras más evites el perdón, más dejarás que esas emociones crezcan y más dolor sentirás. Quizá tome tiempo pero debes hacerlo.
Esto no sucede de la noche a la mañana, es un proceso lento. A veces no tiene sentido, pero una vez que das el primer paso, te vuelves un poco más fuerte, un poco más resistente.
Algunas personas prefieren evitarlo y hacer como si nada hubiese pasado y otras terminan cayendo en un resentimiento que termina siendo peor que la ruptura misma. Pero si eres de las que decide perdonar, te darás cuenta del peso que te quitas de encima.
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No tiene que ser cara a cara ni tampoco a través de una carta con frases rebuscada. Basta con que lo pienses y lo sientas con el corazón.
Perdonas a esa persona enfocándote en ti misma. Es un momento en el que dejas ir toda esa toxicidad y dejas que la luz regrese a ti. Dejas de perseguir, de preguntarte qué fue lo que pasó, lo que pudo ser diferente. .
Perdonas a esa persona para liberarte del daño. para sanar tu alma. Dile a tu corazón roto que está bien tomarse un descanso. Quizá aún después de perdonar sigas un poco confundida y sin rumbo pero te darás cuenta de que eres capaz de sonreír y respirar profundo de nuevo
Deja de aferrarte al dolor, a los malos recuerdos y al «hubiera». Confía en el poder del perdón para sanar el dolor y el malestar.