Las películas y libros de amor nos ha acostumbrado a creer que para tener una relación perfecta, basta con tener una química que hace que dos personas quieran estar con la otra todos los días, a todas horas.
Creemos en el llamado «hilo rojo del destino», eso que nos ata a cierta persona con la que estamos destinados a estar.
Sin embargo, entre tantos cuentos de hadas, olvidamos esa parte de realidad que implica construir un futuro juntos a partir de metas en común.
Los seres humanos somos tan cambiantes que no es de extrañarse que comiences una relación que parece seguir todo lo que te enseñaron sobre el amor verdadero y de pronto, cuando menos lo piensas, dejas de sentir esa química.
A veces nuestras expectativas con respecto al futuro cambian, nuestras metas se transforman y surgen oportunidades inesperadas que cambian nuestra forma de pensar. Y cuando todo eso cambia, dejamos de ser compatibles con la relación que tenemos en ese momento.
Un trabajo nuevo, un viaje, una mudanza, el deseo de una familia o incluso alguien que te hace ver el amor con otros ojos. Todo eso termina por re definir lo que queremos en la vida e inevitablemente puede llevar a una ruptura.
Cuando tú y tu pareja comienzan a tener visiones diferentes para el futuro, puede hacer que tu corazón se altere. Puede hacerte cuestionar todo y hacerte sentir que es momento de tomar tu propio rumbo.
Un choque de metas puede hacer que ambos se preocupen sobre si realmente pertenecen o no al futuro del otro.
A veces esto no tiene que ser un factor decisivo pero todo dependerá de la madurez de ambos y de qué tanto están dispuestos a hacer para encontrar el balance. Es posible resolver el problema si saben comunicarse de manera efectiva y acuerdan cómo avanzar juntos.
A veces no pueden llegar a un acuerdo, como cuando uno quiere hijos y otro no. Incluso hay cosas simples con que los hacen preferir separarse.
Hay muchas emociones involucradas en cualquier relación, pero cuando se trata de seguir tus sueños, no debes sentirte culpable por tomar la decisión que mejor te convenga.
El amor verdadero se construye todos los días y alcanza la perfección, o lo más cercano a ella, cuando dos personas aprenden a tomarse de la mano para caminar juntos hacia el futuro. Sin embargo, cuando dejan de ser compatibles y no hay una conciliación que los beneficie a ambos, lo mejor es tomar tu propio camino.
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