Cuando alguien está atravesando por una depresión, ansiedad o cualquier otro trastorno mental, su vida entera se ve hecha pedazos. No se trata de un simple periodo de tristeza o confusión ni tampoco es un estado de ánimo momentáneo que se puede «curar» con palabras de aliento. Esto se vuelve especialmente difícil para las personas que están alrededor de quien sufre ya que no hay respuestas claras sobre cómo llevar la situación.
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Sí, apoyar a la persona que sufre con palabras de aliento es parte de la ayuda pero no es suficiente. Aún existen aún muchos estigmas y desinformación grave, a menudo olvidamos que requiere del apoyo de un profesional de la salud mental.
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Si vives con alguien con una enfermedad mental, puedes experimentar diferentes emociones, incluyendo ansiedad, ira, vergüenza y tristeza. Es probable que te sientas impotente y frustrada con respecto a la situación. Todos reaccionan de manera diferente, lo importante es entender que ni tú ni tu ser querido están solos y que existen muchas oportunidades de trabajar juntos y mejorar.
La realidad de vivir con alguien que sufre de un trastorno mental es muy dura. Amas incondicionalmente a esa persona pero al mismo tiempo, sientes que no estás ayudando en nada. Y es que no se trata de una enfermedad como la gripe o algo que cualquiera entienda.
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Algunos padres pueden sentir culpa por la enfermedad de sus hijos. Se preguntan si es una cuestión de genes, si no han creado el entorno adecuado o hasta qué punto son responsables. Pero también, hay quienes simplemente ignoran que hay un problema y terminan culpando a la propia persona por tener esas «actitudes».
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Cuando la pareja es quien sufre el padecimiento de quien ama, puede haber aún más frustración y eso termina en conflictos que dividen.
¿Qué hacer entonces?
Lo primero es normalizar los problemas de salud mental y tratamiento, en lugar de hacerlos ver como una condena o una enfermedad «de locos». Esto ayudará a que entiendas en la mayor medida posible a la persona que sufra y dejes de juzgar o cuestionar lo que siente, aún cuando sus razones para sentir dolor no representan lo mismo para ti.
Trata de que esa persona acuda a un especialista pero también piensa en buscar ayuda para todos. Eso sí, no trates de forzarlos. Se dice fácil pero no es tan simple hacer que alguien con problemas pida ayuda. No se puede presionar a alguien para que se someta a un tratamiento pero sí puedes tratar de animarlos a ello haciéndoles ver que los amas y que quieres lo mejor.
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Hablen, compartan experiencias. Generen en conjunto una red de apoyo. Es difícil pero no imposible. Lo importante es quitar el estigma en torno a buscar ayuda.
Sé directa. Puede ser difícil hablar del tema y abordarlo de la forma correcta pero es importante ir directo al punto. No tienes que hablar demasiado pero es importante que prestes atención a lo que esa persona dice porque cualquier cosa puede revelar la gravedad del problema.
Es muy probable que no tengas idea de su lucha así que nunca subestimes, nunca juzgues el dolor ni compares tu forma de afrontar situaciones con la de los demás. Recuerda que hay corazones más frágiles que otros, y hay mentes más susceptibles que otras. Por último, no permitas que figuras externas juzguen lo que están viviendo. Aún cuando es importante tener el apoyo de otros, es algo que debe quedar entre tú y la persona que amas para que juntos salgan adelante.
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