Estamos viviendo tiempos muy complicados en todos los sentidos. Las malas noticias y caos están por todas partes y por si fuera poco, seguimos luchando con problemas personales que parecen no tener fin. Si a todo eso le sumamos a que hemos estado más tiempo en redes sociales, la situación empeora.
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El estrés aparece frente a tantos estímulos negativos y seguramente has tenido cambios drásticos de humor que ni tú misma puedes explicar.
Conforme pasan los días, el hartazgo incremente y las medidas de prevención frente al coronavirus parecer irse aligerando. Con esto, es cada vez más común ver a las personas pasar el día en el exterior, algunos han comenzado a viajar y otros ya se están reuniendo con amigos y familiares.
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La emergencia sanitaria seguirá mientras no exista una vacuna pero muchos han decidido adaptarse antes a la «nueva normalidad» en el exterior. Pero ¿qué pasa cuando tú sigues llevando a cabo los protocolos de seguridad que se implementaron desde el principio?
Cuando comienzas a ver que tus amigos están disfrutando de un día de playa o que tus familiares han comenzado a hacer reuniones, es inevitable pensar que eres la única que sigue encerrada en casa, desinfectando todo y evitando cualquier aglomeración o evento social.
Todos los demás han estado haciendo lo que quieran, y sólo piensas en que estás pagando el precio de su «inconsciencia».
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Comienzas gradualmente a eliminar a más y más personas de tu vida y has quedado como «la amargada» por juzgar lo que hacen o no los demás. Pero para ti, es importante seguir las reglas. Sabes que las cosas no pueden ser como antes y no puedes con la idea de estar rodeada de personas que no vean la crisis como tú lo haces.
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Mientras que tú cancelaste o pospusiste todos tus planes de vida, es inevitable sentirte angustiada y confundida cuando todos publican fotos de sus vacaciones. Tú ni siquiera has podido ir a una visita rutinaria con el dermatólogo por miedo a contagiarte.
Has perdido la noción de la normalidad y por momentos has llegado a creer que estás exagerando. ¿Qué tal que las cosas no son tan graves como parecen? ¿Si ellos salen y no les pasa nada, estaría bien hacer lo mismo?
No, no y no.
Es cierto que hay quienes tienen que salir por necesidad. Hay quienes tienen que seguir con su rutina para poder mantenerse porque viven al día y dependen de sus negocios o empleos. Pero también hay quienes salen porque no ya no pueden seguir en casa.
Si bien no hay que vivir con miedo, es importante tener en cuenta que la situación no es la mejor en estos momentos. Así que sigue con tu vida y deja de voltear a ver a los demás.
No eres egoísta. Eres un ser humano que se preocupa por las personas que te rodean, a pesar de que claramente no todos están en tu mismo canal. No permitas que tu salud mental se rompa por unos cuantos.
El hartazgo y la frustración son algo normal pero piensa que estás haciendo lo correcto. Que no te afecten los demás. Nadie va a pensar ni actuar como tú así que lo mejor que puedes hacer por ahora es bloquear a todas esas personas para dejar de ver sus publicaciones. Tómate un descanso de las redes sociales y aprovecha lo que tienes alrededor.
Si la ansiedad es demasiada y te sientes sobrepasada por la situación, no dudes en pedir ayuda.