Dicen que encuentra el amor por doquier y que llega cuando menos lo esperas. Pero cuando nos dejamos llevar por el primero que nos ofrece una rosa o nos llena los oídos con palabras bonitas, podemos confundir las cosas.
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El ritmo acelerado de vida que llevamos y la constante presión social sobre «tener a alguien», nos ha llevado a conformarnos con menos de lo que merecemos. Aceptamos excusas «por falta de tiempo», nos quedamos con migajas y terminamos en una relación a medias o con amores incompletos.
Olvidamos que merecemos más e irónicamente llegamos a sentirnos a sentirnos mal cuando exigimos «de más».
Pero cuando dejas que esto suceda, pierdes de vista tu propio valor y con eso, terminas en una especie de laberinto donde por más que tratas de ir hacia adelante, sientes un gran peso encima que no te deja avanzar.
El amor incompleto no es amor.
Mereces un amor que te complemente, que te de el mundo y te aprecie por todo lo que eres. Si el otro no quiere comprometerse, no vale tu tiempo. No es justo invertir tu energía en alguien que piense en diez cosas más antes que en ti.
¿Por qué conformarte con alguien que te tiene bajo un estatus indefinido? ¿Por qué aceptar algo que sólo te provoca dudas y malestar?
Cuando el amor es incompleto, se vuelve unilateral. Una persona ama y la otra ni siquiera se conmueve. Una persona está dispuesta a hacer hasta lo imposible para que la relación funcione y la otra ni siquiera está pensando en ello.
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El amor incompleto no es amor. Es autodestrucción.
Las relaciones «a medias» no te dejan avanzar ni sacan lo mejor de ti. Hace que dudes de ti y que no puedas dormir por las noches pensando en todo lo que está mal en ti para que la otra persona no pueda amarte por completo.
Te mereces un amor que te haga sentir segura y especial, no uno al que tengas que convencer y perseguir todo el tiempo. No te conformes. El amor de verdad debe ser constante y recíproco; debe sumar y no restar.