El perdón no borra el pasado pero tiene un poder único que pocos entienden. Todos conocemos la decepción, la sensación de un corazón roto y la ira que provoca una traición por la espalda.
Todos hemos sido lastimados por alguien a quien le confiamos nuestro corazón o nuestros más oscuros secretos. Es algo que pasa de manera inesperada y duele en lo más profundo del alma, especialmente si viene de un amigo cercano, un miembro de la familia o un amor.
Perdonar no es nada fácil: requiere mucha fuerza y madurez para hacerlo. Y mientras que algunas personas prefieren evitarlo y pretender que nada pasó, otras terminan cayendo en un ciclo vicioso de odio hacia quien los lastimó.
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Retener el perdón mantiene vivas las emociones de dolor, ira y culpa. Sin darte cuenta, tu percepción de la vida se ve afectada, terminas desconfiando de todos, refugiada en un caparazón.
Por eso, es importante que entiendas lo que hay detrás del perdón.
A menudo escuchamos que «perdonar a quien no lo merece» es debilidad, pero no es así. El perdón no es para la otra persona, sino para ti.
El perdón te ayuda a sanar y a superar. Si te aferras a las heridas del pasado, te quedas con el amargo sabor del rencor.En cambio, cuando aprendes a perdonar, aún sin que te lo pidan primero, tu alma se vuelve más fuerte.
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Para perdonar, debes dejar de dar tantas vueltas a las cosas, dejar atrás los pensamientos de que siempre serás perjudicada. Más bien, confía en el poder del perdón para sanar el dolor y el malestar.
Al aferrarte al dolor y al resentimiento, sufres e intensificas la tristeza sin llegar a una solución.
Independientemente de cuán ilógico pueda parecer a veces, perdonar te libera, aún cuando de principio pienses que el otro no lo mereces.
No tienes que buscar tener un contacto directo con esa persona, basta con que lo hagas en silencio, desde lo profundo de tu alma. Poco a poco dejarás de sentir ese peso que hace que te cueste tanto respirar.
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El perdón es poderoso. Re establece tu espíritu y te devuelve la paz que habías perdido entre la decepción. No se trata de que dejes que esa persona vuelva a tu vida o se quede en ella sino que te liberes de su energía.
Recuerda que el orgullo y el rencor no te llevan a nada y esperar a que el otro se de cuenta de lo mucho que te lastimó puede ser frustrante. A veces ese perdón no llega por lo que sé tú la que de ese paso.
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