Cada día es más común despertar por la mañana con la noticia de asaltos, muertes violentas o agresiones hacia mujeres. Términos como «relaciones tóxicas», «feminicidio» o «acoso» han pasado a formar parte de nuestro día a día. Y es que mientras las niñas están siendo educadas para defenderse del machismo, los niños siguen creciendo bajo el estereotipo de ser un «macho dominante».
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Como sociedad, tenemos un grave problema en lo que respecta al respeto y la empatía por otros, especialmente hacia la mujer. Si bien no existe una solución fácil o inmediata, es necesario comenzar a trabajar desde la raíz: la educación de los más pequeños.
La falta de valores es un problema que generalmente comienza en la infancia. Es algo aprendido en casa o en el entorno familiar o escolar que a menudo puede ser minimizado o pasado por alto.
Cada vez hay más confusión en torno a lo que debe y lo que no debe ser y cada día, las personas asumen más que todo se trata de una guerra de sexos.
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¿Qué debemos hacer? Para que los niños y niñas tengan respeto los unos a los otros, trabajen en equipo y sean adultos de bien, debemos enseñarles a tener un corazón compasivo.
Permitir que los niños lloren, sientan y se expresen sin reprimirlos o decirles que «está mal» es clave para que entiendan sus emociones y no las transformen en acciones negativas.
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Hay que enseñarles que su sentir es válido, que sus emociones son importantes y que está bien sentirse enojados o con miedo pero que deben transformarlo en algo positivo. Esto les da el valor de la compasión y la bondad, y que «ser bueno» no es cuestión de género sino de valores.
Enseñarles a tener un corazón compasivo les ayuda a entender que las buenas relaciones no se cultivan con poder sino con estima y que el buen trato entre niños y niñas son pieza clave para que exista un balance.
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La compasión va de la mano con el perdón y la gratitud. Eso les permite aceptar sus errores y verlos como una oportunidad para ser mejores. Tener un corazón compasivo los motivará a atender las necesidades de los demás, lo que les permite construir en vez de destruir.
Recuerda que tú debes ser la primer persona que actúe con empatía, tolerancia y respeto hacia los demás. Debes hacerles ver que está bien sentir tristeza o enojo pero que siempre hay una forma de canalizarlos en algo positivo y así hacer que desaparezcan. Los niños aprenderán observando cómo tratan a los demás.
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