Otro día, otro titular sobre un feminicidio, una nueva agresión sexual o una denuncia por parte de una mujer contra su pareja que intentó matarla. No debemos normalizarlo y sin embargo parece que es lo que está pasando porque «es el pan de todos los días».
Las niñas deben ser criadas desde una edad temprana para creer en su autoestima y no caigan en la idea de que son el sexo débil. Deben crecer sabiendo que pueden aspirar a puestos importantes y a ganar tanto como los niños. Por su parte, los niños deben aprender a respetar a las niñas y a caer en la masculinidad frágil que hace que se convierta en una guerra.
Como sociedad, tenemos un grave problema en lo que respecta al respeto y la empatía por otros, especialmente hacia la mujer. Si bien no existe una solución fácil o inmediata, es necesario comenzar a trabajar desde la raíz: la educación de los más pequeños.
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El privilegio masculino está en todas partes: en la televisión, la música, las películas y los juegos, donde las mujeres son retratadas bajo cierto estereotipo relegadas a ciertos roles. La violencia prácticamente pasa desapercibida y se vuelve «normal» para ambas partes.
Re educar a los niños sobre el privilegio masculino tiene el potencial de cambiar al mundo.
Todo padre o tutor desempeña un papel importante en la mentalidad y forma de actuar de los niños. La psicología señala que la falta de respeto de un niño hacia las niñas generalmente comienza en la infancia, en casa. A menudo, las faltas de respeto se pueden ignorar o pasar desapercibidas bajo la excusa de que «son niños». Estos comportamientos incluyen burlas, humillación y acoso verbal y físico.
El desafío de nuestra sociedad está en criar niños que sepan respetar a la mujer y son los pequeños cambios los que hacen una gran diferencia.
El respeto hacia mamá y hacia las hermanas, la base del respeto a las mujeres fuera de casa. Es importante enseñar a los niños la diferencia entre respeto y falta de respeto en sus palabras y acciones. La forma en la que se expresa de mamá o de sus hermanas y cómo actúa con ellas es clave para entender por dónde es necesario enseñarle. Hay que señalar en cuando algo no esté bien para entonces re dirigir o guiar su comportamiento. La figura paterna también tiene gran responsabilidad en esto ya que -como hombre- es quien pone el ejemplo de un comportamiento positivo. Debe animar al niño a tratar a su madre o hermana con cortesía y amabilidad, invitarla a ir delante de él, abrirle puertas, ofrecerle ayuda para llevar cosas, entre otros actos pequeños de respeto.
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Los niños creen todo lo que dicen sus madres. Como madres, es importante transmitir el respeto y amor hacia una misa y hacia otras mujeres. Los niños escuchan la forma que una tiene de expresarse e imitan los comportamientos hacia otras personas. Si son testigos de desprecio, odio y crítica, serán quienes generen ese mismo patrón en el futuro. Es primordial siempre predicar con el ejemplo, ya sea de una misma, de mujeres a su alrededor o de mujeres famosas que contribuyan al bienestar,
Enséñales a sentir y abrazar todos los sentimientos. Ser emocionalmente consciente es un rasgo de un gran humano, pero en una sociedad donde es común decir «los niños son duros» y «los niños no lloran», es particularmente importante enseñar lo contrario.
Es importante hablar extensamente sobre las emociones y cómo pueden empatizar con otros. Hay que enseñarles a que su sentir es válido pero que cuando son negativos, deben dejarlos ir. Está bien llorar, está bien sentir enojo pero que es mejor sentirse bien y que nunca deben guardar o pasar solos por esas emociones.
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