Las familias tóxicas
No hay nada que duela más que crecer en un entorno tóxico. Todos merecen que sus familias los protejan ante todo, que les enseñen qué es el amor y cómo amar a los otros.
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Cuando tu primer interacción con otras personas te hiere más de lo que te enseña, las secuelas son graves. Conocer primero el dolor, las lágrimas y la falta de protección de quienes te trajeron al mundo nunca es justo.
Te vuelve una persona desconfiada, que busca llenar carencias emocionales, y que no sabe amar sanamente.
¿Existe una solución?
Es un dolor continúo, y que nos pone en situaciones muy incómodas. Por una parte, tenemos todo este mensaje social sobre siempre mantener a nuestra familia con nosotros y perdonarlos por todo.
Y por la otra, estas personas tóxicas continúan hiriéndonos. No hay una solución universal o sencilla que pueda ayudarte, ya que todos los casos son muy distintos.
Lo que es seguro es que nacer en este tipo de familias determina mucho tu comportamiento, y son heridas que tardan mucho tiempo en sanar.
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Aquellos que vivieron con una familia tóxica saben que son pocos los dolores que se puedan comparar; pero definitivamente hace a las personas más fuertes.
Solo hay una cosa segura y es siempre dar seguimiento a nuestras emociones. No importa que creamos ser las más fuertes y no necesitar ayuda. Siempre tendremos que acudir a alguien profesional para no replicar estos comportamientos.
De primera instancia suena hasta absurdo repetir algo que tanto daño nos hizo, pero es demasiado común. Asimismo, en nuestro dolor terminamos lastimando a otros.
Toda herida se puede cerrar, pero necesitan de nuestra ayuda para hacerlo, no desaparecen solas. No es sencillo salir de una familia tóxica, pero es posible.