La verdadera amistad no conoce distancia ni tiempo. Para un verdadero amigo, no hay un «momento adecuado» para demostrar cariño ni apoyo, simplemente está.
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La conexión crece cuando lloran juntos, cuando tienen esas largas conversaciones sin sentido que sanan, cuando se aferran en la tempestad. Una verdadera amistad está en esos momentos que crean un vínculo inquebrantable.
Como seres sociales, necesitamos sentirnos parte de una tribu. Buscamos compartir experiencias e intercambiar ideas con otros. Queremos sentirnos acompañados y comprendidos. Pero muchas veces, estas necesidades nos llevan a rodearnos de las personas equivocadas o bien, creer que todos estarán para nosotros cuando lo necesitemos.
No todos estarán dispuestos a mover montañas por el otro y está bien, pero es ahí cuando defines a tus verdaderos amigos.
Los amigos van y vienen, llegan en diferentes formas y a diferentes tiempos. A veces, sólo para enseñarnos valiosas lecciones y otras, para volverse familia. Pero los verdaderos amigos no están solo en las buenas, sino también en las malas; están para evitar que nos caigamos durante nuestros momentos más complicados, nos ofrecen su tiempo y cariño para que podamos sentirnos mejor.
Y es aún más valioso cuando nos vemos obligados a separarnos por la distancia y aún así siguen más presentes que nunca.
La verdadera amistad no conoce límites; llega a tu casa de sorpresa y sabe en dónde tienes el queso en la nevera para hacerse un emparedado. Es esa amistad que sabes que te deja pasar la noche en su casa y tiene una pijama lista para ti. Esa amistad por la que vale la pena tomar un avión o conducir por horas en automóvil para verse. Ni las zonas horarias ni las estaciones o las rutinas de vida son un impedimento para abrazarse en los momentos felices o reconfortarse cuando todo va mal.
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Una verdadera amistad es esa en la que sienten sus corazones unidos a pesar de la distancia. Porque la verdadera amistad no conoce las despedidas . No importa cuán separadas, permanecen en conexión y hacen que nada rompa el vínculo que se ha construido.
