Las relaciones madre-hija son complejas y diversas. Algunas mamás son las mejores amigas de sus hijas. Otras hablan una vez por semana. Algunas se ven una vez al año porque viven a distancia y otras quizá no tengan un lazo tan fuerte como el.mundo esperaría.
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Pero cuando son capaces de entenderse, sucede magia.
La vida adulta puede ser un torbellino de emociones y situaciones. Nadie nace sabiendo cómo enfrentar los obstáculos y aunque el mundo dice que cuando creces, debes hacerte responsable por tu cuenta, nunca se es demasiado grande para recurrir a un abrazo de mamá.
Los abrazos nos hacen sentir bien. Cuando estamos tristes o decepcionados, un abrazo cálido puede aliviar algo del dolor. Pero también compartimos éxitos y alegrías mediante un abrazo. Entonces, intuitivamente sabemos que los abrazos son buenos.
Mamá te amaba antes de conocerte. Sintió tu corazón latir desde sus entrañas y sus brazos envolviendo tu cuerpo, fueron el primer gran alivio de tu vida cuando llegaste al mundo.
Por eso, no hay duda que un abrazo de mamá es capaz de reiniciar el mundo cuando sientas que se derrumba.
Sí, mamá te enseñó a ser fuerte y por eso has sido capaz de llegar hasta donde estás. Pero aún cuando sabes que puedes con todo, nunca sobra un abrazo de mamá que te te ese impulso para seguir cuando te sientas agotada.
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Los abrazos son claramente algo que los humanos usamos naturalmente como una forma de decir “te amo”, “todo estará bien” y “no te preocupes”.
Un abrazo de alguien que nos ama libera oxitocina, una sustancia química que se ha relacionado con la felicidad y la satisfacción; además de que promueve los sentimientos de confianza y devoción.
Es como si este abrazo te recordara lo increíble que eres.
Un abrazo de mamá también está en esa comida casera que sabe que te encanta, esa que prepara para levantarte el ánimo cuando tienes un mal día. Ella siempre recordará tus platillos favoritos y se asegurará de que sepas cómo hacerlos en el futuro cuando necesites de su abrazo y no esté para dártelo.
Ella no estará ahí para siempre, pero la calidez de sus abrazos residirá en ti cuando te sientas perdida o cuando no puedas dormir en las noches pero también cuando tengas días buenos en los que recuerdas lo feliz y lo fuerte que eres.
