Estamos en una época en donde parece que tratamos a otras personas como objetos. Parece ser la Era de la cosificación, y eso está dejando un rastro de corazones rotos.
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Jugamos con otros con el objetivo de no quedarnos solos, no somos sinceros por miedo que no acepten nuestras condiciones y terminamos lastimando a quienes compartieron buenos momentos con nosotros.
A aquellos que les ha tocado ser el juego de otros sabrán lo difícil que es superar a esa persona. Aunque la parte racional te grita que te alejes, que solamente te hizo daño y no consideró tus sentimientos.
¿Qué hace uno? No puede arrancarlo del corazón como si de un programa se tratara. Tampoco hay forma de apagar el interruptor de nuestras emociones.
Al final estás lidiando con tu corazón roto, y que no te haya respetado como merecías poco tiene que ver con el proceso de sanación. La cordura diría que al enterarte que no te dio tu lugar, sacarlo de tu vida sería el paso más sencillo.
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Sin embargo, nada es tan fácil como eso. A veces te preguntas qué fue lo que tú hiciste mal para que no funcionara contigo, pero en realidad no es tu culpa.
Cuando una persona tiene clara las reglas del juego y no las comparte solamente es su responsabilidad el camino de corazones rotos que va dejando. No se puede ganar ni mantenerte en la partida sin los lineamientos claros.