Definir un trauma es complicado porque es una experiencia diferente para cada persona. No solamente es el hecho de sentir miedo o ansiedad ante un evento inesperado o difícil de asimilar sino una serie de situaciones que nos llevan a paralizarnos por días, meses o incluso años.
Todos los seres humanos sufrimos traumas a lo largo de nuestras vidas (dicen que nacer es el trauma más fuerte por el que todos pasamos). Ya sea que hayas pasado por una pérdida, un accidente o cualquier exposición a una situación emocional o que te haga salir de tu zona de confort, una experiencia traumática te hace creer que no hay salida. Te diré algo: sí la hay y la vas a encontrar aunque te tome tiempo.
Las heridas emocionales pueden impedirte vivir una vida plena y feliz. Te sientes constantemente ansiosa, con miedo y sin ganas de hacer lo que antes te satisfacía. Te sientes débil e impotente y te detiene cuando aún tienes mucho que dar al mundo.
El problema está en que nos hacen creer que debemos reprimir nuestros sentimientos y bloquear aquellas experiencias negativas como una forma de superar un trauma. Seguramente más de una persona te ha dicho que ignores lo que te acongoja y que te concentres en las cosas buenas de la vida. Pero claro, cuando has pasado por algo tan difícil, eso parece algo absurdo.
Seguramente las personas que te rodean y te quieren tienen buenas intenciones cuando te dicen que te concentres en lo bueno; sin embargo, no terminan de entender lo que realmente pasa contigo y por qué no es tan fácil hacerlo.
Lo cierto es que huir del dolor o perseguir obsesivamente el bienestar físico sin obtener el bienestar emocional sólo hace que la carga sea más pesada.
Lo mejor que puedes hacer es entender por lo que estás pasando y abrazar tus emociones. Saber que lo que sientes es muy normal luego de vivir un evento traumático, te ayudará a encontrar una salida. Es importante enfrentar situaciones asociadas con el evento traumático pero hazlo poco a poco. Es un proceso y no debes permitir presionarte ni que nadie más lo haga. No tienes que hacer como que nada pasa, pero tampoco te conviertas esclava del dolor. Lo importante es que estés consciente de lo que sientes para entonces entender cómo enfrentar tu miedo.
Tómate tu tiempo. Acepta que puedes tardar un poco en ajustarte. No tienes que volver a lo que siempre has hecho, como siempre lo has hecho. No tienes que rodearte de las mismas personas ni escuchar los mismos consejos una y otra vez. Toma esto como una oportunidad para renacer, para darle un giro a tu vida.
Debes saber que la forma en que te sientes no durará para siempre y que una vez que estés lista para enfrentar tus miedos, seguirás adelante con la vida desde una nueva perspectiva, más fuerte que nunca. Sé amable contigo misma. Pasa tiempo haciendo cosas que te traigan paz: medita, da un paseo, baila, visita lugares hermosos, ve a esos amigos que te reconfortan pero por nada en el mundo te dejes tumbar.