La ansiedad es una cruel ironía; quienes la padecemos, tendemos a buscar la soledad, pero al mismo tiempo anhelamos sentir que conectamos con otros.
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La ansiedad hace que una parte de ti quiera alejarse de todos, moverte por donde nadie te vea, evitar miradas y conversaciones. Pero en tu mente, esto no es por tu bien, sino por el de los demás (porque según tú, les estás haciendo “un favor” al alejarte de ellos).
La ironía es que pocas cosas alimentan más esa ansiedad como quedarte sola con el zumbido del silencio, pensando en qué estarán haciendo todos los demás sin ti, de qué estarán hablando y si es que les haces falta.
La ansiedad te aleja de las personas que más quieres porque hace que pases días, semanas o meses sin hablar con aquellos que extrañas con todo el corazón…y cuando te das cuenta del tiempo que pasó, te pone nerviosa reaparecer en sus grupos de WhatsApp o eventos.
No hay una razón lógica para esto pero el cerebro siempre busca una para justificar el distanciamiento.
¿Cuántas veces no te has convencido de que si estuviesen interesados en ti, habrían mandado mensajes preguntándote cómo estás? Quizá lo hagan, pero de nuevo, tu cerebro maquila un sin fin de razones por las que lo hacen (me tiene lástima, lo hace por obligación, quiere pedirme algo…) aún cuando quieran saber, de ti de corazón.
La ansiedad te aleja de quien más quieres porque te hace creer que todos están demasiado ocupados para “atenderte” y que estarías molestándolos demasiado si les llamas por teléfono para salir por un café.
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Te convences de que es mejor permanecer callada en vez de acercarte a ellos porque crees que probablemente no quieran saber de ti de todos modos.
La ansiedad te hace dudar del amor que otros puedan sentir por ti y hace que te encierres en tu rincón seguro para evitar averiguar la verdad detrás de sus sentimientos hacia ti.
No importa cuántas ganas tengas de salir a bailar o a cenar, no importa cuánto desees que te acompañen a esa exposición o a vagar por la ciudad, tu cerebro siempre tiene una excusa lista para quedarte en casa y evitar el contacto social.
Sí, la ansiedad causa malentendidos que no quieres. Hace que la gente asuma que no significan nada para ti, cuando realmente te mueres por decir cuánto los amas.
Pero ¿sabes qué? Quien te ama de verdad sabe que no es tu intención alejarlos de tu vida. Nadie que no padezca de ansiedad puede terminar de entender cómo funciona… pero está bien porque al final del día, te harán saber lo importante que eres para ellos.
Está bien sentirte triste y que nada de lo qué haces te llena. Está bien no estar feliz todo el tiempo y ser una luz que ilumina el camino por donde pasas. Pero lo que no está bien es dejar que todo eso te consuma y te haga creer que eres un muerto viviente sin nada por lo cual sentirte bien.
Recuerda que ante todo, vales mucho; manténte firme a tus convicciones y no te dejes caer. En lugar de enojarte, en lugar de cuestionarte, en lugar de dudar y mirar hacia atrás todo lo que pudiste hacer mal, enfócate en cómo podrías estar mejor. Mantén la cabeza en alto y camina con paso firme. Mereces mucho amor pero debes empezar por llenarte tú misma de él.