Antes de comenzar a considerar a tu mejor amiga o pareja como compañero de tu siguiente viaje, es posible que cambies de opinión sobre invitar a una persona aún más cercana a ti: ¡tu madre!
Viajar con mamá no es solo cosa de niños, de hecho, se convierte en una de las mejores experiencias que puedes tener como adulto. Lejos del estrés que a veces pueda ocasionarte, es una sensación completamente diferente a las vacaciones con otras personas o amigos ya que te encuentras ante la persona que más te ha conocido a lo largo de tu vida.
Es decir, ella te ha enseñado cómo y qué empacar así como también ha sido la responsable de que siempre tengas recuerdos de los lugares que visitas (¿cuántas veces no detuvo a todos para tomar fotos de absolutamente cada rincón por donde pasaban?).
Deja de pensar que ya estás «demasiado grande» para viajar con mamá o que va a ser todo menos divertido y mira estos puntos que te convencerán de que será la mejor experiencia.
1. Te sentirás más segura sabiendo que ella estará ahí si las cosas van mal
Seamos honestas, mamá siempre tiene la solución a prácticamente todo. Cuando crecemos, la naturaleza sobreprotectora de mamá parece más un fastidio que una bendición pero no es así. Mamá siempre te dará esa sensación de que jamás te dará la espalda y que siempre te dará una mano si lo necesitas. Así que si estás viajando por todo el mundo y explorando rincones desconocidos con ella, este sentimiento de confianza y seguridad permanecerá contigo.
2. Mamá siempre te ayudará a apreciar las cosas más pequeñas
Las mamás son las mejores compañeras de viaje porque se sorprenden con prácticamente todo. Estamos casi seguras de que tu mamá estará dispuesta a exprimir el viaje al máximo así que seguro terminarán haciendo algo que jamás aceptarían tus amigos o pareja por pena o por dignidad social (aceptémoslo, las mamás siempre terminan metiéndonos en situaciones ridículas que terminan siendo muy divertidas). Además no importa si algo esta saliendo mal, te darás cuenta de que ella siempre mantiene una actitud positiva y de gratitud.
3. Viajar con tu madre es increíblemente terapéutico
Las peleas con mamá son inevitables cuando vamos creciendo y muchas situaciones estresantes de la vida diaria pueden terminar provocando desacuerdos entre ambas, pero todo cambia cuando sales de viaje con ella. Ambas están lejos de casa y del estrés del día a día, recorriendo cales empedradas con paisajes increíbles o descansando en la playa.
Pronto te das cuenta que las conversaciones comienzan a fluir casi sin esfuerzo, que ambas son más abiertas y honestas sobre la vida. ¡Es un gran momento para limar asperezas y entenderse!. Al final del viaje, tu relación con ella será más fuerte que nunca.
4. Obtienes una visión más profunda de la verdadera personalidad de tu madre
La has conocido toda tu vida pero ¿realmente sabes quién es? Fuera de que ella te dio la vida, cambió tus pañales y te llevó a la escuela de la mano, existen ciertas cosas sobre ella que no conoces del todo. Al viajar juntas tendrán la oportunidad de tener otro tipo de conversaciones y la verás en una actitud diferente a la que tiene en casa cuando tiene miles de obligaciones que atender. Además de los extraños y embarazosos «momentos de mamá» que pueden surgir, puedes aprender más sobre su personalidad y su pasado. ¡Puede que te sorprenda con alguna anécdota que te haga admirarla por algo que jamás pensaste!
5. Es una manera perfecta de expresarle tu gratitud.
Tu madre ha hecho un trabajo increíble al criarte y aunque las cosas no siempre han sido fáciles, al final siempre te ha dedicado el tiempo, energía, dinero y amor que te ha forjado como persona. Por alguna razón a veces olvidamos darle las gracias a nuestros padres por lo que hacen por nosotros y un viaje madre e hija es una gran oportunidad para hacerlo. Al final, te darás cuenta de lo gratificante que será para ambas vivir una experiencia de este tipo, juntas.