La depresión es una lucha devastadora por sobrevivir día a día. Cuando alguien está experimentando depresión, su vida entera se ve hecha pedazos. Las personas que han experimentado momentos de tristeza tienden a pensar que entienden la depresión, pero no es así. Si bien la depresión es una enfermedad mental grave, a menudo se malinterpreta como un lapsus emocional de la persona que pasará con palabras de aliento; pero tampoco es así.
Todos nos hemos sentido tristes en algún momento. Hemos llorado ante una ruptura amorosa o un tropiezo laboral. Hemos lamentado la pérdida de un familiar o de una mascota pero eventualmente lo superamos y seguimos adelante lo mejor posible. Pero con la depresión, ponerse de pie y sentir motivación para seguir es más complicado de lo que cualquiera imagina. Es como ahogarse, excepto que todos los que te rodean están respirando. Te sientes completamente indefensa, tan pesada como un bloque de plomo, estás aburrida y te sientes incapaz de moverte. Estás atrapada, perdida en un laberinto sin salida. Tus pensamientos te controlan, tus labios dicen una cosa, pero tus ojos reflejan un inmenso dolor.
A menudo, las personas que se encuentran alrededor de alguien con depresión creen que las palabras de aliento son un motor que ahuyenta el malestar. Si has estado cerca de alguien con depresión, seguramente has ofrecido un té, un abrazo, un psotre delicioso o una charla motivacional. Pero aún cuando ves todo eso como una especie de cura, dentro de ti no sabes qué decir o qué hacer. Sientes una presión inmensa ante la depresión del otro. Nada parece hacer la diferencia.
Es un gran error tratar la depresión como un estado de ánimo, como si decir o hacer lo correcto resolviera todo lo que hay detrás ésta. La depresión no es un estado de ánimo, es una enfermedad muy debilitante y no necesita tus consejos, necesita terapia.
No importa que lo hagas desde el fondo de tu alma y con todo corazón, al final, es como si le dijeras a alguien con la pierna fracturada que se ponga a correr para sentirse mejor. Cuando eso pasa, sabes que se requiere de tiempo, paciencia y rehabilitación. Una vez que el hueso sana, puede volver a correr y aún así puede tomar semanas para que recupere toda su fuerza. ¿No? Lo mismo pasa con la depresión.
Algunas personas viven con depresión en el interior, aunque parezcan alegres y contentos en el exterior. Pueden seguir caminando, hablando y sonriendo a pesar de su depresión.
Es muy probable que otras personas no tengan idea de que está luchando contra los síntomas depresivos. Por eso, nunca subestimes; no juzgues el dolor y la tristeza ajena, ni compares tu forma de afrontar situaciones con la de los demás. Hay corazones más frágiles que otros, hay mentes más susceptibles que otras, hay situaciones que no has vivido y que no has experimentado.
Cuando amas a alguien que tiene depresión, pensarás que puedes arreglarlo por ti misma pero no es así. Llevar a alguien con depresión a ver a un profesional de la salud puede ser realmente difícil pero es importante mantener el impulso y alentarlos a buscar ese apoyo.Observa las señales de advertencia de suicidio, como hablar mucho sobre la muerte o regalar cosas y escribir un testamento. Si los notas, llama al médico.
Manténte cerca, toma su mano y ama mucho.