Familias disfuncionales
Nosotros no elegimos las familias a las que llegamos, y a veces nos toca crecer alrededor de gente que no estaba preparada para criar un hijo. Tal vez no por maldad, tal vez solamente fueron las circunstancias de la vida las que hicieron de esas personas incapaces de brindar la seguridad, cariño y protección que se requiere en una familia.
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Hay quienes merecen nuestro perdón, porque al final nosotros no somos jueces de nadie. La vida se vuelve más difícil, los proyectos se caen, las relaciones se quiebran, y parece un reto mantenerse sano mentalmente.
No podemos medir con una regla a quienes fallaron accidentalmente, y tenemos que ser conscientes que una familia disfuncional hace quien eres, pero no mide hacia donde vas y en quién te puedes convertir.
El dolor, las lágrimas, y el pasado no van a cambiar. Debes aceptarlo y aceptar de donde vienes. No tiene nada de malo no venir de la familia perfecta y es mucho más común de lo que crees.
El problema es que a nadie le gusta hablar de aquellas heridas que siguen doliendo y salirse de aquel estereotipo de la familia funcional.
No elegimos ese sufrimiento, pero sí es nuestra elección las decisiones de nuestro presente. No hay nada tan roto que no pueda componerse, y no hay trauma tan grande que no pueda superarse.
No pongas una etiqueta en tu vida por no venir de una familia saludable. Perdona, crece, aprende, y elige el camino para poder sonreír en tu futuro más de lo que lloraste en el pasado.
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A veces tenemos que sacar a aquellos familiares tóxicos de nuestras vidas y no debemos sentirnos culpables. En ocasiones, sí podemos perdonarlos, y seguir adelante.
Ninguna historia es igual, y las decisiones que tomes deben ser para tu beneficio. Pero eso sí, siempre perdona, estén cerca o lejos, porque es suficiente el daño que te hicieron para no cerrar la herida.