Lo primero que se me viene a la mente cuando amas a alguien que no te hace caso es vacío y frustración, combinados con una pizca de esperanza inútil. Es duro, pero así es y a todas nos ha pasado.
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Es como comer comida chatarra cuando ni siquiera estás hambrienta porque estás segura segura de que llenará ese hueco que tienes el estómago o que al menos te hará feliz. Pero por más que hayas cumplido tu antojo con un delicioso pastelillo o tus galletas favoritas, el sentimiento de satisfacción nunca llega..y es desesperante.
Estar enamorada de alguien que no te hace caso es una batalla cuesta arriba donde no hay nada esperándote en la cima. Pero dejando de lado las metáforas, realmente no hay nada bueno o, por lo menos, satisfactorio, que surja de enamorarse de alguien que, en el fondo, nunca te amará de verdad.
Como humanos, ansiamos atención sin importar cuán grande o pequeña sea. Porque a nadie le gusta que lo ignoren, simplemente no podemos controlarlo. La mayoría hemos estado en este punto en el que nos fijamos en la persona menos adecuada, aquella con la que salimos un par de veces, asumimos que hay conexión, que todo va bien y de repente nada.
Esa manía que tienen algunos por desaparecer o no contestar los mensajes (o hacerlo horas o días después) es terrible para cualquier juicio. Pero aún así decides esperar, insistir y esperar. No te das por vencida, pues aunque una parte de ti está consciente que mereces más, otra, simplemente decide resistir.
Para la psicología, este tipo de contacto se llama refuerzo intermitente, y puede provocar que te obsesiones completamente con alguien aún cuando no es recíproco. Esto aplica a aquello que deseas y que solo te conceden de manera inconsistente, impredecible y ocasionalmente (como atención o amor). También consiste en sobrepasar los límites hasta que obtengas lo que deseas de la persona que establece cierta regla o límite.
El refuerzo intermitente crea adicción, como si se tratase de apostar, donde crees que puedes intentar predecir el patrón de recompensa, pero no puedes porque es aleatorio. Aún así, te vuelves dueña del juego (o mejor dicho, el juego se adueña de ti)
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En las relaciones, ocurre que desarrollamos tanta desesperación e inanición por amor que cuando obtenemos las sobras, el alivio que experimentamos al recibirlas hace que creamos que estamos satisfechas y por consecuencia, buscamos siempre un poco de eso.
Es como cuando sales con alguien y te quedas en la espera de recibir un mensaje para verse de nuevo o al menos decir lo genial que la pasaron. Existe cierta adrenalina sobre el no saber cuándo recibirás el siguiente mensaje que emociona. La inconsistencia nos mantiene con esperanza y motivados pero si alguien no puede ser constante contigo, entonces es probable que esté diciendo que «no está listo» para una relación contigo.
La sociedad nos ha enseñado lo tentador que puede ser jugar con la «falta de atención» para aumentar el interés de otra persona en ti, pero al final del día, no sería divertido que lo hicieran contigo. Recuerda que las relaciones se basan sobretodo en la comunicación y lo más importante que debes hacer es hablar sobre tu expectativas y comunicar tus necesidades al otro.
Estar enamorada de alguien que no te amará es simplemente una pérdida de tu valioso tiempo. Déjalo ir y sigue adelante. No importa lo difícil que sea o cuánto quieras aferrarte a ello. Tienes que dejarlo ir.