Aunque sabemos que todo cambia y todo termina, parece que a veces nuestra mente se niega a entenderlo. Hay cosas y situaciones que pasan desapercibidas y otras que nos golpean duro donde más duele y cuando eso pasa es cuando más nos cuesta aceptarlo.
Tenemos la idea de que todo es eterno así que cuando llega a su fin, nos toma desprevenidos. No estamos preparados para ello por lo que no sabemos enfrentarlo.
Todos pasamos por situaciones difíciles, sea la pérdida de un trabajo, el fin de una relación o la muerte de un ser querido. No hay algo peor que lo otro, pues cada cosa nos afecta de manera diferente.
Pero sea cual sea el desafío, debemos aprender a tener la determinación para afrontar y soltar; dejar de ponernos como una víctima de las circunstancias y encontrar un propósito para seguir. Cuando esto no pasa, terminamos sumidos en un ciclo de negatividad que sólo prolonga e intensifica el dolor.
Cualquier situación adversa trae cambios a la vida y la resistencia a ello, trae consigo la sensación de vivir en una crisis eterna y un sufrimiento innecesario.
Las creencias que tenemos sobre cómo debe ser la vida influye en gran medida en la forma en la que afrontamos el cambio. ¿Quieres aprender a aceptar y dejar ir? Estas son 5 creencias que debes eliminar de tu mente.
1. Que nuestras expectativas y deseos siempre deben cumplirse.
No es que esté mal tener expectativas pero el creer que la vida debe ser siempre placentera e ir acorde al plan sólo te vuelve intolerante al fracaso y al dolor. Cuando eso pasa, culpas al universo por conspirar en tu contra y te enojas con el primero que se cruce en tu camino. Cuando vas por la vida creyendo que todos deben cumplir con tus expectativas, terminarás en un ciclo vicioso de frustración donde te sientes incomprendida y donde no puedes aceptar que el mundo no va a pensar ni actuar como tú lo harías.
2. Que el cambio es negativo y doloroso
A todos nos da miedo el cambio y es normal. Pero no puedes ir por la vida creyendo que esto te traerá dolor y sufrimiento. Es anticiparte a lo peor. Aunque ciertamente no todos los cambios son agradables pero la resistencia que ejerces sobre ellos y el significado negativo que le das, hace que sea más difícil afrontarlos y que duela más. Por más adverso que sea el cambio, si estás dispuesta, podrás sacar una valiosa enseñanza para continuar y quizá encontrar algo mejor a lo que tenías.
3. Pretender que no está pasando
Negarse a ver la realidad no es enfrentar las cosas. A veces cuesta entender que las cosas que ya cumplieron un ciclo en nuestra vida y hacer como si nada estuviera pasando es poco saludable. Para soltar, hay que aceptar lo que ocurre, sentir dolor, llorar y enojarse. Ningún cambio es fácil y siempre hay que aprender a adaptarse a lo nuevo. No puedes vivir resistiéndote a ello. Es importante reconocer cuando es tiempo de soltar algo que ya no funciona en tu vida para entonces poder tomar rumbo.
4. Que siempre tienes que saber a dónde vas para poder tomar acción.
Tomar una decisión o cambiar de rumbo siempre te llenará de dudas sobre si lo que estás haciendo es lo correcto o si terminarás donde debes terminar. Pero volvemos al primer punto, «las expectativas». Algunos cambios se gestan conforme los planeamos pero hay otros que se van desenvolviendo lentamente sin siquiera pedirlos. Muchas veces estudiamos algo pensando en que vamos a ser profesionales en ello y al final terminamos en un trabajo totalmente diferente por diferentes circunstancias en la vida. A veces hay que dejar que las cosas vayan fluyendo para ir descubriendo el camino. La incertidumbre a veces ayuda a movernos y no saber manejarla hace más difícil las transiciones de vida. Todos desearíamos estar preparados pero como recitan en la película de Forrest Gump: «la vida es una caja de chocolates donde nunca sabes qué te va a tocar». Aprende a tomar las sorpresas de la vida con filosofía.