Por Karen Hernández
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Comenzamos la tercera semana de nuestro #RetoEnergy con Energy Fitness y debo decir que cada vez me siento mejor. Y es que como les he estado contando en entradas anteriores, antes de adentrarme al mundo adulto y laboral solía tener una gran actividad física: iba al gimnasio prácticamente todos los días, tomaba clases de baile y me alimentaba bien. Pero hace un año que comencé a trabajar, dejé por completo toda esa rutina y no sólo mi cuerpo, sino que mi mente resintieron el golpe de la peor manera.
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Conforme pasaban los días en la oficina, comencé a sentir un bajón terrible. Estar tanto tiempo sentada en la oficina puede ser más agotador que correr en la caminadora; la espalda duele, el trasero se va haciendo más plano que una pastilla de aspirina y sí, hasta empiezas a sentir que el agua se convierte en grasa abdominal (no literalmente, claro). Pero no sólo comencé a sentir que todo el pellejo me colgaba y que mi abdomen era un cúmulo de cacahuates japoneses, papas fritas y todos los antojos dignos de un oficinista, sino que también estaba estresada, ansiosa y de pésimo humor todo el día. Extrañaba hacer ejercicio
Hacer ejercicio no es la opción número uno de muchas, especialmente cuando el trabajo, los pendientes y las distancias oficina-casa-gym te consumen. Por lo general, cuando nos hablan de ir al gimnasio, pensamos en pasar horas descubriendo cómo se utilizan esos extraños aparatos de pesas o en hacer ejercicios tediosos, con el temor de vernos ridículas. Error. Hay un sin fin de actividades que pueden hacerte suda y bajar de peso sin que te des cuenta.
El baile siempre ha sido una de mis actividades favoritas y aunque no soy muy diestra no saben lo feliz que me hace. Por fortuna, en Energy Fitness encontré varias actividades que saciaran la necesidad de mis cuerpo por moverse.
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Las clases que me asignaron fueron Fusion Dance y Danza Caliente. Debo admitir que lo primero que pensé con la segunda fue «ok, esto es algún tipo de streaptease y soy la persona menos cordinada y sexy del universo» pero me llevé la sorpresa de que se trataba de bailar ritmos latinos (debí pensar eso primero). ¡Pero qué felicidad! ¿hay algo mejor que bailar salsa, merengue y quebradita? Sí, tonificar y quemar grasa al ritmo de la música. Cada sesión de una hora combina ritmos y movimientos con los que puedes llegar a quemar entre 500 y 800 calorías ya que involucra un alto consumo energético que favorece la pérdida de peso.
Perder peso no es lo único que llega con el baile, sino otros múltiples ejercicios como:
– Estimula la circulación sanguínea y respiración
– Acelera el metabolism (favorece la eliminación de líquidos y toxinas en el cuerpo)
– Mejora el aspecto de la piel (la vuelve más tersa y luminosa)
– Corrige malas posturas y mejora tu agilidad
y por supuesto, reduce el estrés y hace que te olvides de las tensiones del día.
Lo mejor es que, independientemente de si eres habilidosa o no para el baile (como yo), este tipo de clases hará que te olvides de estar haciendo ejercicio y te motivará a ser constante. Y aunque no son clases como tan de baile con técnica y toda la cosa, s seguro que aprenderás alguno que otro truco para la próxima fiesta.
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