Por Andrea Sánchez
Hace 12 años me convertí en tía y sí, puedo decir que es una de las mejores cosas que te pueden ocurrir en la vida. Siempre pensé que un día me convertiría en madre, pero conforme pasa el tiempo, cuestiono más si realmente es lo que quiero. Mi familia, como muchas otras, estaba compuesta sólo por adultos y el contacto que teníamos con los bebés y los niños en general era más aislado. Cuando mi sobrina llegó al mundo cambió toda la dinámica familiar, nos hizo más sensibles, pacientes y unidos. Aquí las razones por las que ser tía es una experiencia extraordinaria.
Recuperas la capacidad de asombro
Tener contacto con un niño te hará maravillarte con él. Conforme está creciendo descubre el mundo tomado de tu mano. Te demuestra a cada momento que los detalles valen mucho. Amarás su rostro al descubrir los sabores de la comida, la felicidad de un día en el parque, lo valioso de un abrazo o de ver una película.
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Te vuelves su cómplice
A diferencia de tus hijos, los sobrinos son la oportunidad perfecta para vivir cosas juntos, eres más permisiva, hay más confianza y complicidad. Al final del día, sabes que regresará a su casa con sus padres y ellos son los que se encargarán de su educación. Sí, está un poco mal, pero contigo hacen cosas que con sus padres no haría.
Conoces el amor incondicional
Como lo mencioné arriba, no tengo hijos pero ser tía es la capacidad de mostrarte el amor que puedes llegar a sentir por otro ser. Un sobrino es la oportunidad de dar amor sin medidas. En verdad, no hay amor más puro, sincero e infinito que el que sientes por los hijos de tus hermanos. No puedo explicarlo, pero sientes un amor especial, no quieres que nada le ocurra.
Te conviertes en un ejemplo
La tarea no siempre es sencilla, cuando la relación con tus sobrinos es estrecha, te vuelves en un modelo a seguir. Cada acción que hagas, cada cosa que digas, será tomada en cuenta por ellos y se vuelve una tarea difícil, pero valdrá la pena.
No es tu hijo
Al final, siempre regresará a casa con sus padres y tú te quedarás así, con un vacío inmenso, pero con la tranquilidad que las preocupaciones son de ellos y no tuyas.