Por Andrea Sánchez
Octubre es el mes en el que los ojos de todo el mundo se vuelcan sobre una enfermedad. Durante 30 días se habla de una forma más abierta del cáncer de mama, terrible padecimiento que le cuesta la vida millones de mujeres alrededor del mundo.
Utilizar un lazo rosa como identificador del cáncer de mama surgió en la década de los 90. Movimientos como la concientización sobre el SIDA y el lazo amarillo de Penney Laingen, esposa de un prisionero en la Guerra del Golfo, fueron los movimientos que precedieron el uso del lazo rosa.
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La primera vez que se identificó al lazo rosa como parte de la lucha contra el cáncer de mama, fue en 1990 en el Maratón de Nueva York organizado por Susan G. Komen Breast Cancer Foundation. La campaña tomó otros tintes cuando en 1992 Evelyn Lauder, después de ser diagnosticada con cáncer, co-creó el moño rosa junto a Alexandra Penney.
Aprovecharon la importancia de la firma de cosméticos Estée Lauder, para distribuir lazos por todo Estados Unidos. La iniciativa no sólo se quedó como un bonito adorno, crearon el Breast Cancer Research Foundation que busca ayudar al as mujeres que padecen esta terrible enfermedad.
Las cifras
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), «cada año se producen 1,38 millones de nuevos casos y 458 000 muertes por cáncer de mama (IARC Globocan, 2008). El cáncer de mama es, de lejos, el más frecuente en las mujeres, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. En los países de ingresos bajos y medios, su incidencia ha aumentado constantemente en los últimos años debido al aumento de la esperanza de vida y de la urbanización, así como a la adopción de modos de vida occidentales».
La concientización en la piedra angular para tratar esta enfermedad pues: «Cuando el cáncer de mama se detecta precozmente, se establece un diagnóstico adecuado y se dispone de tratamiento, las posibilidades de curación son elevadas. En cambio, cuando se detecta tardíamente es raro que se pueda ofrecer un tratamiento curativo».