Por Andrea Sánchez
La mano de Fátima se volvió popular como un amuleto para proteger de las malas energías. Más allá de la fama que ha alcanzado, es una figura mítica a la que se le relaciona con diferentes culturas y personajes mitológicos.
La mano de Fátima, caracterizada por un ojo en la palma comenzó a utilizarse por mujeres musulmanas en el medievo, se le atribuían poderes como la protección contra el mal y las envidias. Su nombre se le relaciona con la hija conectada de Mahoma, quien era la protectora del Isalm.
Hay varias leyendas alrededor de la mano, una de ellas es que el mismo Mahoma metió su mano en la tinta y la imprimió para que sus discípulos dejaran de quejarse por no tener un símbolo religioso relacionado con Mahoma. Otra leyenda sugiere que a la muerte de Mahoma, sus fieles pidieron a Fátima, hija del profeta, un estandarte y ella se mojó la mano en la sangre de un herido y la plasmó en un velo. La última, pero no menos importante historia, sugiere que Fátima era la esposa de Alí, un día ella se encontraba cocinando cuando su esposo llegó con una nueva concubina, Fátima sintió tanta tristeza que metió su mano en la pasta hirviente, por eso se dice que es un símbolo de paciencia, lealtad y suerte.
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