Es verdad que nuestro cuerpo tiene una conexión con nuestra mente, más grande de lo que pensamos. El cuerpo es el encargado de responder a la forma en la que actuamos, pensamos y sentimos. Es en el que se ven reflejadas actitudes conflictivas, temores y sentimientos reprimidos, que influyen en el funcionamiento de nuestro organismo. Cada persona tiene diferentes formas de expresar sus sentimientos, hay algunas personas que los pueden externar en palabras, pero también, hay muchas otras que no lo pueden expresar verbalmente y, por ende, lo reflejan mediante diferentes problemas somáticos. En realidad es común que nuestras angustias y emociones se conecten directamente con nuestro cuerpo.
La somatización es el desencadenamiento de síntomas físicos, recurrentes e inexplicables, que interfieren en la vida social y laboral de la persona. Regularmente, se debe a la ansiedad ocasionada por estrés o problemas emocionales.
Algunos de los problemas psicosomáticos más frecuentes y que favorecen diferentes tipos de enfermedades son: dolor de espalda, dolor en el pecho, estreñimiento o diarrea, resequedad en la boca, cansancio excesivo, dolores de cabeza, presión arterial elevada, insomnio, mareos, palpitaciones, problemas sexuales, sensación de falta de aire, tensión en el cuello, sudoración, malestar estomacal, aumentos o pérdidas de peso significativas, malestares y dolores generalizados. Las distintas dolencias pueden contribuir no solo a disminuir nuestra salud física, sino también a facilitar la curación a un nivel más profundo, de aquí parte la importancia de entender e interpretar los mensajes que encierran los desórdenes físicos.
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Para identificar cuándo estos problemas somáticos se relacionan con alguna emoción o alguna angustia debemos evaluar qué tipo de dolor es, en qué zona del cuerpo se presenta, qué tan intenso es y la frecuencia con la que se presenta. Y lo más importante es evaluar si nos encontramos en alguna situación que genere alguna angustia significativa.
Asimismo, para entender los diferentes malestares somáticos se debe estar consciente de que el cuerpo y la mente son un todo, no existe separación entre las emociones y los sentimientos y lo que ocurre en el organismo. Se sabe que un sentimiento que provoca angustia, ansiedad o nerviosismo puede dar lugar a alguna molestia estomacal, estreñimiento o dolor de cabeza. El estrés puede provocar úlceras o incluso ataques al corazón, y la depresión e infelicidad afectan al organismo de manera que la persona se siente aletargada y con falta de energía.
En suma, las enfermedades psicosomáticas tienen su origen en un conflicto psicológico, ya sean emociones o sentimientos negativos que no pueden ser exteriorizados emocionalmente y que se identifican cuando se expresa a través de un síntoma físico.
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Algunos ejemplos de problemas psicosomáticos son:
Cabeza. Es el centro de comunicación, el lugar desde donde se conecta con el mundo. Si nos duele, es porque sus arterias aceleran el pulso sanguíneo. Transporta sentimientos positivos y negativos y refleja la incapacidad para expresar o recibir sentimientos.
Cuello. Es el puente entre la mente y el cuerpo. Un cuello con poca movilidad indica la imposibilidad de ver en todas direcciones. Se trata de una visión muy rígida y limitada, que supone obstinación y una mentalidad estrecha.
Espalda. Es un espacio donde se mezclan símbolos y significados. Ahí es donde se deja todo lo que no se quiere ver o mostrar a los demás. Es el lugar en el que enterramos sentimientos y experiencias que nos han causado daño o confusión.
Alergias. Es una respuesta hiperactiva por parte del sistema inmunológico a un agente externo; esta respuesta se deriva de una causa interna. Las alergias tienden a indicar un nivel profundo de temor, un miedo a participar plenamente de la vida o a despojarse de las ayudas para ser autosuficientes.
Corazón. Como centro y núcleo de nuestras emociones, se asocia a toda la gama de sentimientos positivos y negativos.
Para contrarrestar los diferentes problemas psicosomáticos se debe estar consciente de que el problema parte de alguna alteración a nivel psicológico, porque alguna situación no está siendo exteriorizada y está provocando mucha angustia y la única manera en que se puede presentar es de manera somática.
En conclusión, cuando se identifica que el problema es psicosomático y que está afectando al cuerpo y a la mente al mismo tiempo y, además, el cuerpo se encuentra sobrecargado de angustia es recomendable buscar ayuda y trabajar de manera conjunta con el psicólogo y el médico.
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