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¿Por qué vivimos una vida tan acelerada?

Nuestro estilo de vida apresurado nos lleva a correr a todos lados en todo momento, pero ¿hacia dónde encaminamos nuestros esfuerzos?

Paola Beléndez, recuperada de diversos trastornos de alimentación, alcoholismo y otros males que la aquejaban, sintió un fuerte llamado para dedicarse en cuerpo y alma a guiar a las personas a encontrar su verdadero potencial y la sanación dentro de ellos mismos. Esta es una de sus reflexiones:

Tanta prisa, pero ¿a dónde vas?

Suena el despertador, me «tengo» que levantar, llegan a mi cabeza veinte mil pendientes, «tengo» que hacer esto, «tengo» que hacer aquello, tantas cosas por hacer…

Una agenda ocupada siempre es bien vista, alguien nos dijo que entre más cosas tengamos que hacer seremos más productivos, más exitosos. Hemos aprendido a ver como virtuosas a aquellas personas que cada vez que las saludamos y les preguntamos ¿cómo estás?, nos contestan «en chinga», «voy corriendo», y creamos y creemos la ilusión de la falta de tiempo. No hay suficiente tiempo para hacer todo lo que queremos hacer. Sentimos que el día no nos alcanza y así tenemos que seguir corriendo el día siguiente.

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Con el cuerpo tenso seguimos nuestro camino, nuestra lucha para lograr nuestros objetivos; corre a tu junta, corre por los niños, corre al súper, corre a cenar, corre. Nos hemos vuelto tan adictos a la acción desmedida que, cuando la vida nos permite parar o frenar la marcha, nos ponemos frenéticos. 

Imagina qué harías en alguna de estas situaciones.

• Perdiste tu celular, no traes nada en las manos. Llegas a un restaurante y la persona que esperas llegará veinte minutos tarde, ¿qué haces?, ¿cómo te sientes?

• Estás solo en tu auto y, de repente, se frenan todos los demás: la carretera está bloqueada. Ahora tienes que esperar por tiempo indefinido (no traes celular, ni iPad, ni libros, ni música). ¿Qué haces?, ¿cómo te sientes?

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¿No será nuestra prisa una forma de huir de nosotros mismos?, ¿te has puesto a pensar y le has agradecido a la vida por estas oportunidades para encontrarte contigo mismo? Como diría un buen amigo, el tráfico es una clase gratis de paciencia, ¿habías pensado en eso alguna vez, o sólo haces corajes porque estás perdiendo tu valioso tiempo? Tiempo que ocupas para ir a prisa, tiempo que no puedes darte el lujo de «perder», y es justo ahora cuando me gustaría hacerte una pregunta: ya sé que tienes prisa, ya sé que vas corriendo, pero ¿a dónde vas?, ¿hacia dónde corres? Estás corriendo, tu vida parece una carrera, pero ¿a dónde vas?

No me refiero con lo anterior a ir a cada lugar al que tienes que ir en tu vida, o a alcanzar algún puesto de trabajo, o a casarte, o a ninguna situación en específico. Me refiero a contestar una de las preguntas más impor- tantes que podemos hacernos como seres humanos: ¿a dónde vas en tu vida?, ¿qué viniste a hacer a esta Tierra?, ¿cuál es tu verdadera misión? Si no has encontrado la respuesta a estas preguntas, tal vez sea porque nunca te las habías hecho, y si ya lo habías hecho, hay buenas noticias; la respuesta está por llegar, porque como una gran maestra me enseñó: «Cuando la pregunta surge, la respuesta está por llegar». Una vez que llegue la respues- ta a esta pregunta, tu vida cobrará un sentido completa- mente diferente. Tu vida se llenará de sentido, de propó- sito. Y entonces, tal vez, en lugar de correr sin rumbo, caminarás con paciencia hacia ese «lugar» al que tu alma anhela llegar…

Este texto fue extraído, con autorización, del libro ‘Volar despierta’ de Paola Beléndez. Si tienes alguna historia, vivencia o simplemente algo que quieras compartir, envíalo a nuestro e-mail nuevamujer@publimetro.com

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