Por. Eugenia Vega*
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Imagen. AP
Hoy en día es difícil encontrar una persona que esté totalmente satisfecha y feliz con su apariencia física. Es mucho más común que la mayoría de las personas se sienta inconforme con alguna parte de su cuerpo; es decir, algo que no les guste y que quieran cambiar, lo que puede reflejarse en una simple ‘queja’, como algo en lo que se trabaja de manera constante para modificarlo o, desafortunadamente en ocasiones, puede convertirse en una obsesión que provoca el sufrimiento constante de la persona por su apariencia física.
La Dismorfia Corporal o el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) es un desorden en donde existe una severa preocupación por un defecto imaginario (o real) en la apariencia física. Las personas que presentan este trastorno tienen dificultades en la parte social, laboral o en otras áreas importantes como en los estudios o en la capacidad para relacionarse de manera íntima con alguien más.
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Un ejemplo de la afectación de este padecimiento es que la persona deja de salir o sale de noche para no ser vista, pensando que su ‘defecto’ no será tan visible. Evita salir con personas del sexo opuesto y le dan vergüenza situaciones que impliquen exponerse frente a los demás, hablar en público, bailar, entre otras.
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Las personas con Trastorno Dismórfico Corporal transmiten de manera constante su deseo por querer cambiar o mejorar algún aspecto de su apariencia física, a pesar de tener una apariencia normal o, incluso, muy atractiva.
Este padecimiento, que afecta a hombres y mujeres por igual, puede comenzar en la adolescencia e ir disminuyendo con la edad, aunque hoy en día envejecer también es percibido como algo angustiante y cada vez más se recurre aa intervenciones quirúrgicas para evitar que se note el paso del tiempo.
Los síntomas más comunes son:
-Pensamientos obsesivos acerca de los defectos percibidos.
– Aislamiento social y familiar; ansiedad interpersonal. La persona deja de promover su vida social.
– Ansiedad. En ocasiones presenta ataques de pánico.
– Baja Autoestima. Autoconcepto y autoimagen bajo.
– Comparaciones obsesivas con los demás.
– Sentimientos de vergüenza, bochorno, inferioridad e inadecuación.
– Perfeccionismo. Recurre a Cirugías estéticas, conductas como hidratación y rutinas de ejercicio excesivas.
– Continuamente se mira en el espejo, buscando que la tranquilicen y le aseguren el estado de su apariencia.
– Rituales. Aplicación constante de maquillaje. Verifica periódicamente su apariencia en espejos; rituales de belleza.
– Percibe que su imagen varía en algo cada vez que se ve en el espejo. Presenta problemas para establecer relaciones interpersonales y dificultad para mantener un trabajo.
En investigaciones recientes se ha observado que el cerebro de estas personas es, en principio, estructuralmente normal. El problema radica en que funciona de modo anormal cuando procesa los detalles visuales.
Los factores de riesgo más comunes son:
– Traumas en la infancia causados por constantes burlas, insultos, apodos, y humillación en relación al aspecto físico. Bullying o cualquier otra forma de maltrato psicológico.
– Complejos en la adolescencia.
– Fuerte exigencia por parte de los padres de ser ‘perfecto’. Presión por parte de éstos a estar dentro de los cánones de belleza exigidos por los medios y la sociedad.
– Exposición frecuente y sin filtro a las imágenes que muestran los medios. La perfección, la belleza, la normalidad; lo que obtienes si eres bello.
– Problemas afectivos, emocionales y sociales desde la infancia.
Existe tratamiento para el Trastorno de Dismorfia Corporal, se sugiere una psicoterapia o psicoanálisis. Durante el tratamiento, el analista considerará si es necesario tener apoyo psiquiátrico.
Vivimos en una época en donde la belleza estética es uno de los estándares más importantes que denotan salud, éxito y bienestar. Hoy en día se considera ‘normal’ estar preocupados en exceso por nuestra apariencia y someternos a diversos tratamientos estéticos, dietas y rutinas excesivas de ejercicio, entre otras cosas. Así que es difícil percibir como «anormal» las ideas y conductas de una persona con Dismorfia Corporal; es más, debido a esta presión mediática y social, creemos, cada vez más, que es una conducta común.
Socialmente se ha aceptado que si tú encajas con el prototipo establecido, obtendrás éxito y admiración por parte de la gente que te rodea. Asimismo, los adolescentes reciben estos mensajes como mandato, debido a que están en una etapa en la que se busca constantemente identidad, pertenencia y admiración, es fácil que desde este momento del desarrollo se presente una obsesión por la imagen.
El Trastorno de Dismorfia Corporal es un problema serio que va haciendo que la persona sea cada vez menos funcional.Tengamos cuidado con los mensajes que damos y recibimos en relación a a la belleza, la salud, el bienestar y el éxito. Atendamos de inmediato este tipo de obsesiones, antes de que se conviertan en serios trastornos.
*Eugenia Vega en psicóloga e integrante de la Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).
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