Últimamente los lácteos son el tema en cuanto a información nutrimental, que si la debes tomar o no, qué tan buena resulta para nuestro organismo, o si de plano mejor la dejamos de lado. La realidad es que la información es amplia y la decisión depende de cada uno.
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Quizá toda tu vida has tomado leche comercial y no te ha causado un daño mayor, o apenas empiezas a sentir que no eres tan tolerante como antes. La realidad es que esta intolerancia se ha vuelto cada vez más frecuente en las personas, sobretodo en niños y adultos mayores. A partir de eso empiezan a surgir alternativas y una de ellas es la leche vegetal.
La leche comercial pasa por un proceso de pasteurización que destruye todos sus nutrientes esenciales, esto significa que las enzimas que nos ayudan a absorber sus nutrientes y bacterias que nos permiten su fácil digestión, desaparecen.
La leche pasteurizada disminuye su calidad al mismo tiempo que se disfraza de otros beneficios: deslactosada, baja en grasas, descremada, etc. Lo que realmente sucede es que se fracturan las moléculas de lípidos (grasas) dando lugar a un sinfín de radicales libres que empiezan a causarnos alergias, enfermedades del corazón, entre otras cosas.
La leche vegetal está hecha a base de granos, semillas y frutos secos (excepto la soja), y su producción no requiere otra cosa más que un poco de agua y tiempo. Los nutrientes y propiedades principales se conservan, su sabor es muy rico y se le puede dar el mismo uso que la leche pasteurizada.
Eso sí, su duración es menor, pero esto te garantiza frescura, pureza y sabor natural, además de su gran concentración de calcio, minerales, calcio y ácidos grasos naturales.
Afortunadamente ya puedes encontrar algunas marcas que están aposando por la leche orgánica, pero no es nada barata. Lo mejor es animarte a hacerla tú mismo, puedes utilizar ajonjolí, almendra, alpiste, coco, amaranto o quinoa.
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También puedes checar en internet algunos tutoriales como el que a continuación te muestro a continuación.
Si decides probarla, toma en cuenta que en un inicio probablemente resientas el cambio, pero no te preocupes, en una semana tu estómago la asimilará muy bien.