Oajalá entendiéramos mejor cómo funciona el proceso de las grasas y azúcares en el organismo para dejar de rechazar toda la comida solo porque sí.
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Recientemente, leí un artículo que explica perfectamente en qué momento, todas esas rebanadas de pizza, pastel y donas se convierten en pancita y gorditos en nuestro cuerpo. Trataré de explicarlo aquí de la manera más sencilla.
Resulta que todos esos suculentos antojos son carbohidratos refinados que, una vez que los comemos, se transforman en glucosa incrementando los niveles de azucar en la sangre. Es un hecho que el azúcar es necesario para hacer a nuestro cerebro funcionar, pero normalmente consumimos más de lo necesario.
Lo interesante viene después. Para regular nuestros niveles de azúcar, el páncreas libera una hormona llamada insulina, cuya función consta de 3 etapas según este artículo:
- Enviar parte de la glucosa a las células como fuente de energía inmediata.
- Otra parte se conserva en el hígado como energía de reserva.
- El resto se convierte en grasa y se queda almacenada ahí por mucho tiempo.
Podemos pensar que con la insulina está todo resuelto, el problema sucede cuando ingerimos grandes cantidades de glucosa y esta hormona trabaja tan rápidamente que bloquea la grasa dentro del cuerpo mientras equilibra los niveles de glucemia. Es decir, no importa si después de que te comiste la pizza vas al gimnasio, esa grasa es imposible de quemar mientras la insulina esté presente en nuestro cuerpo.
Ahora bien, no te sorprenda si después de que comas te da una sensación de cansancio o debilidad, todo es parte de este círculo vicioso. Lo que sucede es que mientras más azúcar tengamos en nuestra sangre, mayor cantidad de insulina producimos para bajarla y sufrimos una descompensación tremenda. Nuestro cuerpo, al detectar esa baja tan drástica de azúcar, nos empieza a suplicar todos los antojos de la media tarde: dulces o salados.
Estas son las recomendaciones:
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Los expertos de proyectobalance.com recomiendan reducir el consumo de alimentos con alto índice glucémico como pan blanco, arrozblanco, azúcar o cualquier alimento procesado.
La mejor parte, es que no necesitas dejar de comerlos. El secreto está en combinarlos con fibra y proteína para contrarrestar su efecto nocivo, cómo? checa esto:
- En lugar de comerte una rebanada de pan blanco, acompáñala con alguna proteína como pavo, frijoles o atún.
- Procura consumir las frutas con todo y cáscara, en lugar de beberte su jugo. Es en la cáscara en donde se almacenan las mejores propiedades de la fruta, como la fibra.
- Acompaña tus licuados con cereales, avena o frutos secos y endúlzalos con miel de abeja.
- Si vas a entrarle a la comida chatarra, antes procura comer fibra y proteína para que la conversión de glucosa en azúcar sea mucho más lento.
- Las grasas saludables existen y las puedes encontrar en aceite de oliva, aguacate o crema de almendras.
- La próxima vez que tengas hambre no corras al pan, mejor come una botana ligera de frutos secos por ejemplo y luego disfruta de una rebanada sin remordimientos.
El asunto con la comida, es que cada vez salen al mercado nuevos productos llamados superalimentos u orgánicos que quieren revolucionar nuestra forma de comer, y eso está bien. Pero es bueno saber que podemos seguir comiendo todo siempre y cuando ayudemos a nuestro organiso a procesarlo de la mejor manera posible.