Hace algún tiempo, hice un viaje increíble a un lugar llamado Chalanté. Una hacienda situada entre la selva a una hora de Mérida, entre Izamal y Cancún.
Fue una especie de programa detox en el que mi cuerpo sufrió un cambio intensivo de hábitos de alimentación, de horarios, ejercicio físico, energía y espiritualidad. Durante 8 días, desde las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche, exprimía cada parte de mi cuerpo y mente al máximo para lograr el reto.
De todas las cosas raras que experimenté y aprendí, hubo una que hasta la fecha ha cambiado mi vida por completo. El primer día pensé que los rituales mayas serían lo más bizarro que haría, hasta que me empezaron a enseñar a trabajar en mi respiración. Eso sí que fue una novedad.
Respirar no solo significa llenar de aire tus pulmones. Pareciera que es una reacción automática de nuestro organismo para no colapsar y lo único que nos salva de la muerte. Sin embargo respirar va más allá de un asunto meramente físico.
Cualquier actividad que tenga que ver con conectar nuestro cuerpo con algo específico, o para hacer algún ejercicio, meditar, dormir, relajarnos, etc., requiere de una respiración profunda al inicio y/o al final. ¿Lo has notado?
Bueno, si no lo has hecho, es momento de empezar a tomar más conciencia de esto y te sorprenderás del enorme poder que obtendrás a partir de la respiración si aprendes a trabajarla correctamente.
¿Cómo respirar?
Existen diferentes técnicas que se pueden aplicar dependiendo de lo que se desea resolver. Por ejemplo, para relajarte durante el día o aliviar una molestia leve, puedes realizar la técnica 4×4 que consiste en hacer 4 respiraciones inhalando por la nariz durante 4 segundos todo el aire que puedas inflando primero el estómago, luego el pecho y las clavículas, sostienes un momento y luego exhalas durante 4 segundos sacando el aire del abdomen y luego del pecho.
Mientras lo haces, piensa en lo que quieres aliviar o simplemente escúchate. Esto es casi como “reiniciarte”, refrescarte o liberar tensión.
Otra técnica se puede hacer mientras nos ejercitamos, corremos o caminamos. La idea es mantener un ritmo constante para aumentar la energía. Cuando corremos o caminamos, debemos hacer una respiración por cada cuatro pasos que damos expandiendo nuestros pulmones al máximo.
¿En qué me ayuda?
Según mis maestros y cualquier especialista, atleta, psicólogo o médico, una buena respiración puede abrir canales de energía que son muy importantes para el correcto funcionamiento del organismo físicamente. ¿Sabías que es en tus rodillas donde se acumula toda la tensión del día? Antes de irte a dormir, haz ejercicios de respiración profunda mientras estiras para evitar los espantosos dolores en las articulaciones.
Además, todos los órganos de nuestro cuerpo –incluyendo el cerebro—se mantienen activos gracias al bombeo de sangre. Cuando respiramos, facilitamos esa función e incrementamos el flujo de sangre a nuestro cuerpo, por lo tanto, todo funciona bien.
Para las culturas orientales, la respiración es el método fundamental para controlar la energía y se considera parte de la medicina tradicional.
Lo mejor de todo, es que no cuesta nada y podemos hacerlo en el lugar que sea, en cualquier momento.