¿Acaso las mujeres de la vida real nos vemos obligadas a competir con el porno? Desafortunadamente sí. Lo que nosotras ofrecemos a nuestros amantes parece estar muy por debajo de sus expectativas, de manera que algunos prefieren lo que la pantalla tiene reservado para ellos. Se trata de una batalla difícil de librar.
Naomi Wolf, activista y autora del libro Vagina, comenta en HuffPost Live que la pornografía es “adictiva y desensibilizadora”, y explica sus efectos negativos, sobre todo si se acude a ella muy seguido o desde la adolescencia:
Sucede que los hombres, con el tiempo —y no estoy emitiendo un juicio moral— comienzan a sentirse menos atraídos hacia sus parejas. Literalmente, establecen un lazo neurobiológico con el porno, más estrecho que el que tienen con ellas.
De hecho, durante las investigaciones previas a su libro, la autora se encontró con muchas mujeres que se quejaban de sus novios o esposos. “Los hombres que miran demasiado porno pierden sus habilidades sexuales con las mujeres”, explica.
Se trata de una mala noticia, porque a los hombres la pornografía les encanta y no renunciarán a ella. Sin embargo, Wolf deja claro que esta baja calidad y cantidad en el sexo a causa del porno se registra principalmente en hombres que han desarrollado una adicción.
Por otra parte, Wolf refiere que la ubicuidad de las imágenes pornográficas pueden conducir al espectador a un estado desensibilizado e insatisfecho:
Lo que los volvía locos hace un mes, de pronto deja de parecer excitante, de forma que necesitan imágenes más extremas. Una mujer ordinaria es incapaz de competir con el efecto novedoso de navegar en una multiplicidad de imágenes.
El planteamiento me parece lógico: la pornografía muestra una forma ideal del coito, difícilmente igualable. Porque nada es tan potente como una fantasía, y en este caso la fantasía gime y realiza acrobacias desde la pantalla.
Ante el triste panorama de la realidad, algunos hombres dejan de intentar un sexo más íntimo, más profundo y conectado con sus parejas, pues en el fondo desean recrear las escenas que han visto. El resultado es la insatisfacción.
Malas noticias, chicos: el porno no es el sexo. Por un lado, lo que aparece en los videos es el resultado de una producción, y los protagonistas de esas escenas están haciendo su trabajo: se les paga por ello, hay “escuela” de por medio.
Por otro, el porno carece de componentes como la conversación, los estímulos mentales y la atmósfera “real” que se establece entre dos personas (o más, si ustedes quieren). A las mujeres nos encantan esos componentes… y muy probablemente a los hombres también.
Habría qué preguntarse cómo es el sexo de las actrices porno cuando no están frente a la cámara. Casi podría apostar a que ellas también prefieren otros métodos, distintos a los que se muestran.
A mí también me gusta el porno y de ningún modo quisiera que dejara de existir. Simplemente sería inteligente de nuestra parte no esperar que se reproduzca en el mundo tangible.
Fuente: Huffington Post