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Por Jessica Celis Aburto.
PLACER Nº1
Jugar con mi hijo Santiago. Cuando era más chiquitito me apasionaba amamantarlo. Fue una etapa maravillosa. Esa conexión con mi hijo fue una de las cosas más placenteras que he vivido. Ahora que está más grande estoy empezando a conocer a esta personita, y es apasionante descubrirlo. Sabe que soy su mamá, pero también sabe que soy una persona igual que él. Hablamos con el tacto, con los ojos, con los besos. Tenemos un juego de risas donde uno contagia al otro y no podemos parar. Ambos nos contenemos.
PLACER Nº 2
Estar en Tunquén. Ese es mi Paraíso en la Tierra. Cuando estuve viviendo en Estados Unidos, un día me detuve y dije «pensar que dentro de todo este mundo hay una orilla de mar que es mía, que me pertenece». Eso es un sueño. Cuando logro arrancarme para allá, empiezo a sentir placer apenas tomo la carretera. El aire cambia y suenan las típicas canciones de siempre: Jorge Drexler, Kevin Johansen, Americo, Los Pata’e Cumbia, Rodrigo Santa María… A partir de ahí me quedo pegada al mar, y ese sonido –que para algunos, increíblemente, es un «ruido»– me calma, me serena, me acuna. De día mi mejor panorama es leer en la terraza, mirando y escuchando el mar. De noche, estar al lado de la chimenea, ver una película y escuchar el mar.
PLACER Nº3
Devorar la comida de los aviones. Me fascina, me encanta. Me acomodo en el avión, y me tomo y como todo lo que me ofrecen. ¡No me salto ni un plato! Si estoy media dormida, apenas escucho el carrito entrar al pasillo altiro me despierto, me preparo y espero pacientemente a que llegue mi turno. Me encanta abrir cada paquetito de aliños, desenvolver los cubiertos, y acomodar mi comida en ese mínimo espacio. Es como jugar con la comida.
PLACER Nº4
Bailar. Me apasiona, muy en serio. Ya no puedo hacerlo mucho, pero cuando lo logro, no hay quién me pare. Mejor si es con compañía, pero la verdad es que con el tiempo ya dejé de depender de eso y parto sola, sobre todo en el extranjero, donde me siento más libre: Nueva York, Río de Janeiro, Tailandia, son lugares ideales para eso. Bailar es la revolución que el cuerpo necesita para reinventarse, desarmarse y reamarse, y seguir…
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