La mayoría de las veces que pensamos en el término “friend zone”, nos imaginamos un escenario digno de comedia romántica americana en la que el protagonista (atractivo, pero no tan musculoso como su rival) no logra captar la atención de aquella chica rubia ojiazul de la manera en que él lo desea: él quiere que ella lo vea más que como a un amigo.
Pero, en la vida real, a pesar de que todas las mujeres somos un mundo distinto, en general un hombre entra a tu zona de amigos si…
- Es feo: mide menos de 1.60m, el vientre que le ha hecho la cerveza no le permite verse los pies o es tan flaco que hasta tú puedes percatarte de sus costillas sobre su camisa, tiene un acné grasoso (y asqueroso) a los más de veintitantos años, no se corta el cabello con regularidad y a veces ni se lo lava, es públicamente fanático e imitador de las filosofías del heavy metal y el animé, no huele a loción fresca cuando te acercas a su cuello en un abrazo, usa playeras de sus equipos deportivos favoritos cuando ni hay partido, etc.
- Es demasiado amigable: se preocupa demasiado por ti, te ayuda en todo como si no pudieras hacer las cosas por ti misma, es muy amable, siempre te trata lindo y nunca lo has visto serio contigo, te dice cursilerías que tú tomas por la tangente para que no se vea tan obvio que lo estás friend-zoneando, etc.
- Es mujeriego: tiene fama de patán y, desde luego, tú no quieres salir lastimada. (Nota: esto contaría como friend-zonear en defensa propia, por mera supervivencia.)
- Todas las anteriores.
- Ninguna de las anteriores. (Ejemplo: eres lesbiana o por el momento quieres estar soltera, etc.)
Sin embargo, lo que muchos ignoran con respecto a la zona de amigos es que no sólo hay habitantes masculinos en ella, sino también femeninos que sufren de ser consideradas como “el amigo que usa brassier”. Fue entonces que, con ayuda mis amigos y nada más que amigos, me di a la tarea de investigar un poco cuáles son las razones por las que una mujer queda atrapada allí y, entre una que otra breve e informal entrevista, me di cuenta de que, para empezar, a los hombres les parece raro que una mujer quedara en su zona de amigos si bien ellos son criaturas muy visuales, por decirlo de algún modo; no obstante, estas fueron las razones principales y en común que logré rescatar de las dispersas mentes masculinas sobre el tema y, aunque no son consejos como tal, sabiendo la falla podemos idear la solución:
-
“No ser fea”.
Quiero aclarar que creo que muchos hombres ignoran que cada mujer tiene su propia belleza. Digo, para ellos, una mujer que no sabe explotar su físico con ropa, maquillaje y algún corte de cabello que le favorezca a su rostro es “fea”. Para ellos, incluso, una mujer que no es muy femenina puede llegar a ser considerada “fea” según su modo tan práctico de pensar; pero esto no quiere decir que lo sea, sino que la asociación que el hombre en cuestión hace con respecto a las mujeres bellas de cabello liso u ondulado con un poco de escote y maquillaje no embonan con la mujer en cuestión simple y sencillamente porque no ha tenido la oportunidad de verla bien arreglada. -
“Decirlo”.
Todos mis entrevistados llegaron a la misma conclusión de que si una mujer es prinsionera de la zona de amigos es porque ella no ha querido solicitar su libertad; mis entrevistados dijeron que si una amiga suya les dijera que quiere algo más, al menos lo considerarían. Quizá no debas ser tan clara como con un “quiero que seamos más que amigos”, pero sí podrías ocupar ciertas técnicas - FIN.
Sí, sé lo que están pensando: “Espera, espera, espera… ¿Quieres decir que lo único que tengo que hacer es arreglarme un poco femenina de vez en cuando y decirle que quiero algo más con él? ¿Es en serio?”.
Debo admitir que a mí también me sorprendió el descubrir lo práctica que resulta ser la mente de un hombre. Por supuesto que hubo otros detalles como “no buscarlo demasiado” o “no actuar como su madre o hermana mayor porque él ya es adulto y sabe lo que hace”, pero realmente muchas veces nos limitamos a no decir las cosas claras por nuestros miedos e inseguridades y, si bien no les garantizo que su amigo las corresponda al confesarle sus sentimientos, lo que sí les firmo es que no tendrán que soportar más dolorosos “ay, mira, qué guapa está esa mujer” al manifestarle su inconformidad con la sólo amistad que hay entre ustedes.
(Consejo: dile que no te gusta cuando te habla de otras mujeres, es una buena “indirecta” para comenzar. Se los digo por experiencia propia.)
Y, por último, si recibes un rechazo, no te desanimes y vuelve al mercado de la soltería. Bien podrás tener más opciones y, quién sabe, tal vez con la plática adecuada puedas tener un poco de suerte esta vez.