Yo aún no vivo sola. Pero, digo, supongo que es normal para una chica de 18 años fuera de los Estados Unidos de América y aquellos otros países en los que, como debería de ser, dejas el nido para dar el primer paso hacia tu vida profesional. Sin embargo, no me quejo: tengo una roommate a la que me agrada llamar hermana mayor y, bueno, la verdad es que mi padre, más de mala gana por consecuencia de sus negocios que nada, me ha dado mucha libertad con respecto a mi independencia. (Excepto en cuanto a conducir un automóvil se refiere. Desgracia-fucking-mente.)
Pero el punto de contarles esto me remonta a la vez en que una amiga muy cercana mía había decidido preparase su propia comida para perder peso sin tener que privar a su familia de degustar grasosos tacos de “carnitas” y barbacoa. (Nota: la barbacoa es carne borrego, las “carnitas” son carne de cerdo y ambas son tanto demasiado grasosas como platillos típicos de la dieta apetitosa, pero no tan buena para la salud de los mexicanos.) Su madre le había abierto las puertas de aquella Baticueva materna y, sin embargo, mi amiga se enfrentó a un terrible obstáculo: no sabía ni siquiera prepararse cereal decentemente. Ese mismo día, mi amiga pidió una pizza mediana para ella sola del mero coraje.
Y aquí viene el porqué de mi extensa introducción en cuanto a mi “independencia” familiar. Verán, al mi padre y mi hermana trabajar lejos y hasta que oscurece, una tiene que aprender a sobrevivir alimentariamente de algo más que sólo comida rápida. (Digo, si quiere que no la dejen en “visto” todo el tiempo, o algo parecido.) Así que, con el paso de los años, me decidí a adaptar un régimen sano. (Extremadamente sano, diría yo.) Y este régimen consistiría de una dieta básicamente vegana, pero con aquellas inevitables excepciones que a veces nos llegan a las mexicanas. (Por ejemplo: que, para empezar, el sándwich vegetariano incluye queso y, además, la mayoría de los productos 100% sin crueldad y 100% libres de productos lácteos que son sustitutos veganos de helados y hasta pasteles aún no llegan a tiendas de autoservicio o supermercados nacionales.)
Fue entonces que me tomé la libertad de recomendarle a mi amiga una sencilla lista de supervivencia semanal que le serviría de mucho. La llamé “lista de supervivencia semanal que te servirá mucho, amiga”. (Jajajá.) Y era más o menos así:
- Lechuga.
- Champiñones.
- Jitomates.
- Jitomates miniatura (que, cabe aclarar, no tienen el mismo sabor que los convencionales).
- Cebolla.
- Aguacate.
- Espinacas.
- Aderezo de mostaza y miel o, en general, cualquier tipo de aderezo que sea de su agrado; es uno de mis favoritos, pero bien pueden elegir el que ustedes gusten.
- Mango.
- Manzanas.
- Bananas.
- Fresas.
- Naranjas.
- Toronjas.
- Leche (de soya, almendras, arroz, o coco. O de vaca).
- Atún, pollo, carne no muy pesada si es que son carnívoras. (Asesinas.) (¡Bromeo!)
- Tofu (del más firme que encuentren si es que, como yo, odian el blando) o queso del que gusten.
- Agua natural. Es indispensable. Pueden comprar varias botellas o quizá 2 garrafones/galones de como 5 a 10 litros. (Nota: el agua es de verdad indispensable. Quieran bajar de peso y sean vegetarianas, o no.)
- Café o té. (En lo personal, prefiero el té: verde, de preferencia.)
- Cereal. (Como consejo, déjenme decirles que eviten consumir cereal hecho de harina, traten de probar cereales orgánicos y enteros.)
- Yogur, azúcar o saborizantes de, no sé, chocolate o fresa o vainilla en polvo (si es que los consumen).
- Pan de linaza y tostadas naturales de arroz, maíz, o cereales. (O, bien, croûtons y pan tradicional tostado podría funcionar.)
Ahora, en dicha lista, yo gasto aproximadamente $500 pesos mexicanos; sin embargo, los precios pueden varias debido al I.V.A. y la economía nacional y etcétera, etcétera, etcétera. Pero les garantizo que gastarían más al consumir pedir pizza o hamburguesas todos los días. (Trust me, también lo he intentado. Digo, soy estudiante.)
Entonces, lo que yo hago desde hace tiempo, es dejar la fruta y un vaso de leche para el desayuno, y hasta preparame un licuado cuando me siento “creativa”. Al cual, aun si yo no lo hago, ustedes pueden agregar azúcar o saborizantes de chocolate, fresa, o vainilla. (Y aquí les dejo una receta increíble de uno de mis mezclas para licuado favoritas. Se los recomiendo totalmente.)
Para la tarde, me pongo creativa al prepararme una ensalada como cualquiera de éstas:
Más tarde, para la cena, casi siempre consumo cereal con leche; pero de vez en cuando me doy el gusto de probar otro licuado. Debo admitirlo: me gustan los licuados de frutas, son como malteadas saludables; puedes mezclar diferentes frutas y resfrescarte mucho con las vitaminas y los antioxidanetes que contienen. El mejor consejo que me ha dado mi padre en la vida ha sido: “Come fruta, Adriana”. (Bueno, ése y el de “no podrás tener novio hasta los 25 años porque todos los hombres son haraganes”. Pero ésa es otra historia.)
No obstante, es importante que les mencione las colaciones y los 2 litros de agua que deben consumir a lo largo del día para estar sanas. (Nota: si quieren cuidar al ambiente, pueden probar con un recipiente para líquidos en vez de consumir más de una botella de agua por día porque eso a la larga representa mucho plástico y, aun si es reciclable, deberíamos de reducir nuestros niveles de desechos.) Además, si es que se sienten con hambre, siempre podrán tomar una manzana o ingerir un poco más de ensalada.
(Por supuesto que, se los digo, no soy nutrióloga. Sin embargo, hay un médico en mi familia que ha aceptado esta dieta como saludable para mí, pero muy a su pesar de tener que preparar un platillo diferente para su pequeña hermana vegetariana en cada reunión familiar.)
Así pues, amigas mías, más que kilos de menos o cutis envidiable, les deseo una vida más saludable si es que deciden probar por estas opciones.