“La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota. Lo Había visto llegar una mañana, caminando con los hombros erguidos sobre un paso sereno y había pensado: “Este hombre se cree Dios”. Pero al rato de oírlo decir historias sobre mundos desconocidos y pasiones extrañas, se enamoró de él y de sus brazos como si desde niña no hablara latín, no supiera lógica, ni hubiera sorprendido a media ciudad copiando los juegos de Góngora y Sor Juana como quien responde a una canción en el recreo.” -Ángeles Mastretta
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Levante la mano la persona que se identifica. Increíblemente, ese sólo fragmento hizo que fuera a comprar el libro a los pocos días. Una amiga me mencionó la frase: “Me enamoré como toda mujer inteligente: como una idiota”. Admitámoslo, nos va como anillo al dedo, entre la soberbia de que ya no nos enamoramos como las adolescentes que fuimos y la verdad de que probablemente lo haremos.
En este libro de cuentos, Mastretta nos lleva en un recorrido por las historias de sus numerosas “tías”, porque a todas las protagonistas las llama tías. Será que yo crecí entre muchas tías, pero sus personajes se sienten tan cercanos y tan palpables con esa realidad mexicana de las mujeres. Algunas que se casan, algunas que se buscan y no se encuentran, las vidas de tías que bien pudieron haber sido tu madre o tu abuela.
No soy particularmente fanática de los libros de cuentos, pero me gusta la manera en que se conforman estas historias, esas épocas soñadoras que evocan y eso de que sean mujeres de ojos grandes: no es de sorprender, me indentifico.
¿Qué tienen las mujeres de ojos grandes? Según esos cuentos, vemos la vida diferente, pero la única manera de comprobarlo, es leerlos.