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Irene Villa, esquiadora paralímpica: “Todos tenemos algo que superar”

 

Por Carolina Palma F.

Es periodista, tiene estudios de sicología, humanidades, comunicación audiovisual; ha escrito libros, como «Saber que se puede», y además es la mejor esquiadora paralímpica de España. Sí, Irene Villa (34) se ha comido el mundo pese a ser víctima –cuando tenía sólo 12 años– de un atentado terrorista perpetuado por la ETA que le arrebató sus piernas y tres dedos de su mano izquierda. Como una niña completamente común, se subió al auto con su mamá –funcionaria de la Dirección General de la Policía– y la bomba explotó, dejando a su madre sin una pierna y un brazo. «Ella en poco tiempo aprendió a caminar, se puso una mano estética, aunque no la podía mover. Es una mujer alegre, que siempre desprendió energía positiva», describe, y asegura que es su gran apoyo.

Vino a nuestro país en el marco del 2º Seminario Internacional de Comunicación de Iglesia, «Fe, jóvenes historias», organizado por Duoc UC y, pese a que ha participado en charlas en todo el mundo, todavía se pone nerviosa porque pretende que la gente capte bien el mensaje. «No solamente hablo para gente que tenga una discapacidad, ya que todos tenemos algo que superar, como la muerte de un ser querido, de un trabajo, de un amor o situaciones desagradables, trágicas. Entonces me gusta que las personas salgan con energía, con ganas de vivir, con esperanza».

Actualmente tiene prótesis robotizadas de última generación que le permiten caminar con una muleta, y vestirse normalmente, como puedes ver en las fotografías. El 2011 se casó con un argentino y tiene un hijo de ocho meses, Carlos. Su embarazo lo describe como completamente normal, al igual que la crianza, que aún no la deja terminar una novela que escribe. ¿Más planes? Ampliar rápidamente su familia, con uno o dos hijos más.

Eres muy optimista. ¿Se cultiva todos los días, los genes influyen?

Intento que la gente aprenda del optimismo, aunque también se relaciona con los genes. Se puede aprender y trabajar, por eso hablamos mucho del couching emocional, de entrenar las emociones para sentir lo que queremos sentir. Tú eres dueño de lo que piensas y lo que sientes. En el fondo, no de lo que te pasa, pero sí de cómo afrontas lo que te pasa. En las charlas ayudo a las personas a manejar sus emociones, su ira, odio, la rabia, el estrés, que todos podemos sentir, y transformarlo en cosas positivas. Es impactante que una persona a quien casi matan, perdona, ama…, es simplemente porque creo que es la forma más inteligente de vivir.

Me imagino que, como todos, tienes vaivenes…

Trato de tomarme las cosas por el lado positivo, rara vez me siento decaída. Es cierto que he pasado momentos muy duros. Cuando me tuvieron que operar de la pierna estuve con muchos procedimientos, lo pasé mal, y me dieron muchos medicamentos por una bacteria que pasaba a la sangre. He pasado momentos duros como todo el mundo. Pero me ha ayudado saber que el futuro será mejor que el presente, pensar que tienes gente que te quiere, que te apoya. Mi madre y yo hemos recibido mucho cariño de España, salimos a la calle y siempre hay alguien que te dice que te quiere.

¿Todo lo que has logrado ha sido para demostrarle al resto que puedes o para conocer tus límites?

Es para demostrarle a la gente que se puede. Ahora soy campeona paraolímpica de esquí, pero me he caído mil veces. Antes no esquiaba, empecé a hacerlo para que otras personas vieran que se podía. Empecé a entrenar, y la encargada de la fundación en la que colaboro y hago deporte, se empeñó que en que hubiese categoría femenina, y para eso teníamos que competir, para abrir ese campo a mujeres con discapacidad.

Por la misma razón, ¿imaginas cómo hubiese sido tu vida sin el atentado?

Uno se lo plantea, y piensa que podría estar haciendo otro deporte o quizás trabajaría como peluquera. Como me dice mi padre, «hubiese preferido que fueras peluquera del barrio con tus piernas». Bueno, el destino es así, nadie lo elige. Me han pasado cosas maravillosas por este problema, he viajado, he conocido gente maravillosa que ha superado cosas más impresionantes que las mías. Como dice mi madre, me tenía que pasar esto para poder transmitir tantas cosas buenas.

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