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Andrés Velasco se confiesa, sin corbata: “Me interesa celebrar y respetar la diversidad”

Ya “alguien” había dicho en campaña “I have a dream” (“tengo un sueño”, Barack Obama). El día que entrevisté a Andrés Velasco, él también tenía uno Claro que mucho más sencillo e inmediato que alcanzar la presidencia del país Quería comerse un sándwich de queso caliente. Y, con ese simple gesto, nos adentramos en un Velasco menos formal y mucho más cercano.

 

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Por Angélica Salas. Fotografías: Gonzalo Muñoz.

Ante su sueño le dije «VOY», como su slogan. Partimos a una cuadra de su comando en dirección al Villa Real, restaurante que conoce desde su infancia, cuando su padre juntaba a los hijos del primer y segundo matrimonio para compartir con todos cada sábado. Así, sin saber, desde pequeño comenzó a ejercitar la tolerancia…

«Uno de los buenos recuerdos que tengo de mi infancia es ver a mi abuela llegando con un paquete de esos de papel kraft amarrado con una pita, repleto de dulces chilenos, ingresado de modo clandestino porque de chico andaba pasado de kilos. Fui más bien gordito hasta los 13 años, y ahí crecí como 20 centímetros en un año. Había una permanente tensión entre mi mamá y los que me traían dulces…

Soy el mayor y el más chico a la vez. Mi padre se casó dos veces: del primer matrimonio tuvo 4 hijos, con los que somos hermanos «de papá» y muy unidos y, del segundo matrimonio, soy el mayor, es decir, vendría siendo el quinto en la contabilidad total, y luego viene mi hermana menor, Ximena».

VOY a traer el pelo suelto

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A ratos resulta imborrable ese Velasco de impecable terno y corbata que manejaba las finanzas de Chile. Confieso que da gusto verlo a sus anchas con camisa cuadrillé y, aunque tenga el pelo corto, este Velasco se ve «chascón», en el buen sentido de la palabra.

«A mí me da risa, porque soy súper informal. Detesto los formalismos y la pompa. Me cargan los vocativos, eso de ‘Excelentísimo señor’. Aprendí que a fin de cuentas todas las imposturas se notan: el que es serio y trata de ser chascón, se le nota. No soy de los que andan con la talla a flor de labios, pero soy bien chascón en varios aspectos… ¡Me encanta cocinar! Como mucho, sin restricción, de todo, frituras no, y me gusta mucho probar cosas nuevas. Cuando viajamos con Consuelo (Saavedra, su mujer), siempre buscamos restaurantes y probar cosas raras, platos distintos. ¡Constantemente estamos acumulando datos de picadas! Lo más raro que he comido y me ha gustado ha sido en México, donde probé los saltamontes y la sopa de gusanos. Mi especialidad es el pescado, la corvina a la sal. Por ahora estoy tratando de perfeccionar el arte de sacarlo…, ¡sin que se desarme!

Me gusta recibir gente en mi casa, que se llena con la pura familia, entre mis hermanos y los de Consuelo. Y con ella tenemos hartos amigos de distintas etapas de la vida: universidad, de la política, los periodistas. Mi mejor amigo sigue siendo el que tengo de la época del colegio, de Primero Básico: hablamos o nos maileamos casi todos los días.

De mí podría decir que soy un escritor frustrado y un lector obsesivo. Hasta en los momentos más atareados de mi vida, leo. Si tengo un minuto libre, leo. Estoy en un gimnasio, y leo. Me provoca placer».

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