Si tú que lees estas líneas, eres mujer heterosexual, ponte en el siguiente escenario:
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Estás caminando por el patio de tu universidad y se te acerca un hombre atractivo y te dice que se había fijado en ti, que le gustas y te pregunta si te quieres acostar con él. ¿Qué le respondes?
Si tu respuesta corresponde a lo que respondieron el 100% de tus congéneres en un estudio, sería un rotundo ¡no! E incluso puede que te sientas agredida o al menos desconcertada. Ahora, si fueras hombre hay un 75% de posibilidades de que hubieras accedido y que te hubieras sentido halagado con la propuesta.
Evidentemente hay un componente socio-cultural importante que puede tener relación con estas respuestas, pero también hay motivos evolutivos mas profundos por que de atrás pica el mono (o la mona) y el mono sabe, aunque muchas veces no sabe que sabe… y es que los costos que puede tener para una mujer una noche de sexo casual, pueden ser significativamente mayores que los de los hombres.
Dentro de estos están el ver perjudicada su reputación, lo que se podría traducir en una disminución en su atractivo para hombres que buscan relaciones estables. Por lo tanto, si tienes sexo en la primera cita, disminuyen las probabilidades de que te inviten el domingo a almorzar con tus futuros suegros. Hay que recordar que culturalmente el hombre que tiene muchas parejas es un zorrón, pero la mujer que hace lo mismo es una zorra, porque el hombre sépalo o no, evita emparejarse y tener hijos con una mujer que le hace dudar de si los recursos que esta invirtiendo son en genes propios o ajenos.
Y si eres mujer hétero y estás en una relación estable, ¿cómo te caen las amigas promiscuas que tiene tu pareja?
Pregúntale a tu mona interna…