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Verónica Saquel: la mujer fuerte de “Cabaret Burlesque”

Por Carolina Palma F.
Fotografías: Gonzalo Muñoz.

Es una de las figuras «poderosas» de la televisión chilena, porque como productora ejecutiva ha liderado grandes proyectos como «Sucupira», «Machos» o «Lola». Así se ha posicionado en un medio que ha logrado manejar, pero que siempre la sorprende. Verónica Saquel (47) anda a full con los preparativos del nuevo programa «Cabaret Burlesque», de TVN, animado por Cristián de la Fuente y que se estrena mañana después de «Separados». ¿Nerviosa? «Súper ansiosa, muy nerviosa, porque es un formato distinto, inventado por nosotros, entonces es como empezar de cero. Además, somos todos nuevos en el equipo», confiesa.

Para que nos hagamos una idea, «Cabaret…» es un programa de «talent show» donde mujeres comunes, entre 25 y 50 años, se sometieron a un casting para ser la mejor vedette. Se inscribieron más de mil, pero quedaron veinte para entrar a la Escuela Burlesque. Se preparan hace dos meses con diferentes clases, súper rigurosas todas; muchas dejaron sus trabajos, y desde mañana conoceremos sus historias. Luego de la evaluación del jurado–dentro de los que se encuentra Jorge Zabaleta–, saldrá una gran ganadora, quien se llevará un premio en dinero y pasajes a París. Aquí quedará claro que el escenario no es gratis.

Pero para Verónica no todo es trabajo. Sus triunfos le gusta compartirlos con su familia, antes lo hacía con su padre –su madre murió cuando tenía 23 años– pero falleció el 2008. Juntaba todas las revistas en que aparecería. «Se sentía orgulloso que me conocieran como una mujer fuerte, le encantaba», recuerda emocionada. Ahora los éxitos los disfruta con sus hijos, Amara (13) y Roberto (11), frutos de su matrimonio con Roberto Pedroso, un cubano que conoció en una visita a la isla caribeña cuando tenía 28 años. Se separó el 2003, pero confiesa que no es el momento de compartir con una pareja; más bien, ahora se dedica a su familia, a los amigos, al trabajo y a los viajes. Ha aprendido a disfrutar más de la vida, pero aún sigue pendiente de los detalles que, asegura, pueden cambiar todo.

¿Te dan miedo los inicios?

No, me encantan. No me considero miedosa. En mi carrera profesional he tenido muchos cambios, pero ahora da un nervio atroz porque no hay referentes, no hay comparación.  Me gusta porque es innovador, y la innovación va de la mano del riesgo y de los resultados.

Pese a que es un programa muy mágico, tiene mucha realidad también…

Fue súper apasionante, porque veíamos a mujeres de cincuenta años que se les caían las lágrimas cuando estaban en la audición, fue muy bonito. Es un proyecto que tiene mucha pasión y emoción. Muchas tenían esta fantasía, y nosotros se las cumplimos. Este género dije que se llamaba fantasy-reality (se ríe). Es la fantasía que se cruza con la realidad, y cómo estas mujeres enfrentan los costos, los sacrificios, por el sueño.

¿Se exacerba la sensualidad desde otra tecla?

Se parte de la base que la sensualidad es parte de la mujer, entonces hay que aprender a sacar la femineidad sin pudores. En una entrevista, el guionista José Ignacio Valenzuela decía que cuando se habla de seducción o sensualidad las mujeres se tienden a reír cuando rematan la frase, porque les da vergüenza. Nuestra invitación es que como mujeres debemos sacar la femineidad.

Me imagino que todas están más estupendas…

Sí, pero por el training, no porque nosotras le hayamos pedido. La premisa es que la belleza es un tema de actitud.

¿Y cuál es tu relación con este tema? ¿Eras de las que soñaba con mostrarse de esta forma?

La verdad es que cuando chica quería ser actriz, no bailarina. El otro día fui a una junta con compañeros del colegio, vimos el anuario, y decía que mi frase típica era «¿viste la teleserie?», ¡y yo no me acordaba! Cuando chica tomaba talleres en la municipalidad, mi mamá me llevaba al teatro, hice alguna obra en la comuna. Quizás me apasiona mucho «Burlesque» porque tiene una línea bastante integral también.

¿Echas de menos las teleseries?

Sí, es un género que me fascina, me gusta el sentido que tiene, entretiene, son la emoción a flor de piel, y necesito emocionarme con lo que hago. O sea, vas a ver un capítulo y se te paran los pelos. Me gustaría volver, pero ahora estoy en esto y me fascina también, me rejuvenece porque es interesante, muy desafiante. Me gustan las pausas; hice teleseries, después estuve cinco años en entretención, después volví, así que me parece que las pausas son buenas, te refrescan.

Se habla de los cambios en la teleseries, que la gente no busca lo mismo. «Soltera otra vez» tuvo éxito, y «La sexóloga», de tu amigo Vicente Sabatini, no. ¿Qué pasa?

Lo que a la gente le gusta o no se va descubriendo si uno se expone y toma los riesgos. La gente se quiere entretener, y desde ahí siempre se hacen apuestas. Ahora, decir qué, no sé, es algo muy personal y no corresponde. En la búsqueda TVN es muy sólido, diseña diversas producciones, para distintos horarios.

¿El lenguaje es importante? ¿Que sea más cercano, quizás?

Sí, que sea muy coloquial. La gente quiere pasarlo bien e identificarse. Hoy siento que en la televisión hay un espacio amplio para ser más cercano que nunca.

Algunos dicen que el horario de las 20 horas murió…

¡A mí me fascina ese horario! Me parece maravilloso porque es de la familia, aunque es mucho más trabajo porque te preguntas cómo llego a la familia. También me gusta el horario después de almuerzo, porque es bastante femenino. Un estudio decía que antes las mujeres buscaban botar sus emociones, entonces eran catalizadores de catarsis. Yo tuve la oportunidad de ver alguna cuando tuve a mi primera hija, pero antes decía «cómo la gente ve estas teleseries tan cebolla».

¿Qué veías?

No sé, creo que «Paquita Gallegos», «Rubí» o algo así. Uno entra, y de verdad se genera una adicción.

¿Y criticabas como experta?

No mucho, es que cuando trabajé en Televisa me pasaron unos guiones tremendo, teleseries de 300 capítulos. Yo leí y me sorprendió, porque no había en esa época, pero ahora las cosas pasan igual. Todos dicen que las teleseries son cursis, ¡es que la vida es muy cursi! A través del tiempo hemos tratado de aplacar, decir que las cosas no importan mucho, pero sí importan.

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