Sé que desde ya voy a tener que aguantar las críticas por lo que voy a decir a continuación, así que si me van a dar háganlo con todo porque estoy preparada.
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Como ya les he contado ando on fire por la vida, experimentando nuevas experiencias -especialmente sexuales- con el fin de reconocerme y descubrir qué es lo que me gusta, además de lograr definirme un poco más como persona. Creo profundamente que mediante la experimentación podemos saber quiénes somos, sin vida jamás nos conoceremos. No creo que baste solo con meditar. También hay que hacer, claro está en todos los ámbitos y no solo en el sexo.
Bueno, el asunto es que como mi experimentación se ha vuelto un tanto extrema, algunos de los hombres que me rodean creen que el asunto es como el reconocido slogan de una multitienda chilena “La P… llegar y llevar”. Pero se equivocan.
Una cosa es probar cosas nuevas y otra cosas es permitir que alguien te obligue a hacer algo que no quieres. El problema está ahí, que en esta sociedad machista en la que vivimos muchos hombres no entienden a una mujer liberal y la mal interpretan.
El asunto es el siguiente, hace un par de semanas invité a unos amigos a mi casa. Uno de ellos trajo a un chico que yo había visto un par de veces, un tipo simpático sin duda pero no había ninguna afinidad mayor entre nosotros. Estábamos celebrando mi cumpleaños y las cosas se dieron de una manera que no debía y al parecer bebí más de lo que corresponde. Unas horas después terminé durmiendo en mi cama casi inconsciente.
De repente desperté con las manos del invitado de piedra abrazándome e intentando tocarme, todo el resto de invitados se había retirado a sus casas. De un minuto a otro desperté y me asusté mucho porque no recordaba lo que había pasado así que le grité que saliera inmediatamente de mi casa. Lo bueno es que aún no había ocurrido nada, ambos estábamos vestidos completamente. Yo incluso traía mis zapatos. Primero insistió en llegar más allá, pero al ver que yo no transaba el tipo se paró y se retiró ya que comprendió que yo no estaba dispuesta a pasar a ningún nivel con él. Menos mal que fue así porque en serio tuve miedo.
Pero más que esa situación, a mí lo que me hizo sentir mal fue la actitud de mi amigo quien al día siguiente cuando le conté lo que me había pasado. Inmediatamente puso en duda mi palabra por ser una mujer muy liberal sexualmente hablando y por estar ebria aquella noche, me dijo que me conoce y que sabe cómo me pongo con alcohol y que soy caliente, sin embargo, yo le expliqué que me mantuve dormida mucho tiempo y cuando desperté me encontré con el tipo este a mi lado, además le recriminé por qué no se había llevado a su amigo cuando se fue –que claramente era lo que correspondía-, no me contestó. Pero él insistió en que era mi culpa por ser tan suelta. Eso me hizo pensar en la situación en la que me encuentro en este momento en el mundo.
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¿Si a mí me gusta tener sexo y ser promiscua entonces tengo que atenerme a las consecuencias de que un tipo se quiera propasar conmigo contra mi voluntad? O sea que ¿por elegir ser una mujer sin tabúes los hombres me pueden tocar el poto en la calle aunque no quiera? Yo creo que no, finalmente yo decido a quien elijo para hacer todo lo que se me ocurra. Si accede o no es otro asunto y obviamente respetaría su elección, pero meterse en la cama de una mujer que está ebria durmiendo, no creo que tenga nada que ver con ser una liberal o no.
¿Qué opinan ustedes?