Personalmente tengo una visión positiva y negativa frente a la pornografía. Sé que al hablar de “la pornografía” estoy generalizando y que es distinto ver 2 girls 1 cup, versus 5 historias para ellas de Erika Lust. Creo que el porno puede funcionar como estímulo para algunas personas y/o parejas, pero a falta de educación sexual completa e integral, el porno ha sido un muy mal “educador” para much@s.
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Dejando mis opiniones personales de lado, me gustaría compartir un estudio bastante más interesante. Ver pornografía parecería una tarea visual intensa, pero investigaciones recientes han demostrado que el ver este tipo de estímulos, puede inactivar en gran medida, el área del cerebro destinada a procesar los estímulos visuales.
En general, al ver una película o realizar cualquier actividad principalmente visual, hay mayor actividad cerebral en esa parte del cerebro, pero ocurre lo contrario con este tipo de películas. Al parecer el cerebro no necesita procesar todos los detalles visuales de una esena sexual, como señala Gert Holstege, neurólogo de la Universidad de Groningen Medical Center, Holanda. Él plantea que: “si tu miras, por ejemplo, tu computador y tienes que escribir algo; tienes que mirar de manera específica y cuidadosa lo que estás haciendo para no cometer errores, pero cuando estás mirando pornografía, eso no es necesario, porque sabes exactamente lo que está pasando y no es importante si la puerta es amarilla o verde”…o si la pizza era de anchoas o peperoni…
Holstege plantea que el cerebro puede estar ansioso o excitado -o ninguna de las anteriores-, pero no las dos cosas al mismo tiempo. No pretendo refutar los planteamientos de Holstege, pero ¿nunca has sentido excitad@ al mismo tiempo que sentías miedo o ansiedad?
Durante el orgasmo, la actividad cerebral en regiones asociadas con la ansiedad se apaga. Este fenómeno podría explicar, porque las mujeres con bajos niveles de deseo sexual, generalmente tienen altos niveles de ansiedad. Por otro lado, si uno esta hiper-vigilante, focalizándose en detalles visuales, puede que no sea muy fácil permitir la excitación.
El neurólogo agrega: “Si te encuentras en una situación peligrosa, sea cual sea la razón, no vas a tener sensaciones sexuales, porque tienes que sobrevivir por ti mismo y no por la especie”. Los scaners cerebrales han demostrado previamente que las imágenes sexuales explícitas, pueden disminuir la actividad cerebral en el área 17 de Brodman, también conocida como la corteza visual primaria: esta área hace el primer procesamiento de la información visual entrante.
Profundizando en la investigación, se examinó esta región en 12 mujeres pre-menopáusicas sanas. Cada mujer vio tres videos mientras se obtenían las imágenes cerebrales con tomografía de emisión de positrones (PET) que permite detectar el flujo sanguíneo en las distintas partes del cerebro.
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El primer video utilizado era un documental de vida marina en el Caribe. Los otros dos eran películas pornográficas “suaves” o “women-friendly”. Una mostraba besos y masturbación y la otra mostraba sexo oral y coito. Los resultados demostraron que solamente la película que mostraba sexo oral y coito, disminuyo el flujo sanguíneo en la corteza visual primaria. Ese efecto suele ocurrir cuando se realiza una actividad no visual como recordar palabras.
Para Holstege estos resultados sugieren que el cerebro y su focalización en la excitación sexual, es más importante que el procesamiento visual de estas películas. Él plantea: “hay que considerar que el cerebro quiere repartir la menor cantidad de energía posible, por lo que si una parte del cerebro no tiene necesariamente que estar a un alto nivel de funcionamiento, inmediatamente disminuye. La ansiedad es un enemigo sexual. Si quieres tener sexo y eres hombre, tienes que generar un ambiente seguro para la mujer”. ¿Estás de acuerdo con el Dr.Holstege?
Sus resultados completos fueron publicados el 10 de abril en el Journal of Sexual Medicine.