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No es machismo, pero siempre que tengo que ir al doctor me gusta que me atienda un hombre. No sé, encuentro que por una cosa casi instintiva e involuntaria, los hombres son más amables y preocupados cuando atienden mujeres, y viceversa.
Pero con los ginecólogos me pasó algo distinto. Tuve que empezar a ir desde bien chica porque tenía unos dolores menstruales horrorosos, después de varios intentos encontré a uno que me ayudó a que desaparecieran, así que fui varias veces a su consulta para ver cómo evolucionaba el tema.
Todo hasta que perdí “mi flor”, y me di cuenta que ya no se iba a remitir a sólo conversar sobre mis dolores y tonteras de cabra chica. No sé, no me imaginaba diciéndole ni a él ni a un ginecólogo joven y guapo “mi fluido vaginal tiene un olor raro”, “siento dolor después de la penetración”, y un largo etcétera.
Así que opté por buscar una ginecóloga, y la encontré. No fue pesada ni bruta como se comenta, de hecho nunca he sentido nada que se asemeje a una molestia en los pap.
Ya han pasado años desde ese cambio y no me arrepiento. No me siento nada incómoda abierta de patas mientras me examina, ni la hablar de temas que podrían ser incómodos. Si tuviera que cambiarme ahora, me daría lo mismo que fuera un hombre, pero creo que fue la mejor decisión haber perdido mi virginidad médica con una mujer.