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Feminazi: Por qué empoderarme como mujer te ofende

Fea, loca fanática, que cree que todo es acoso y que “todo es violencia”. ¿De dónde sale este absurdo término para atacar a la mujer que habla de los problemas de su género?

Por Luz Lancheros 

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«La siguiente generación será la primera que jamás conocerá a un sobreviviente del Holocausto. Para ellos el Nazismo estará enterrado en los libros de Historia y no es algo trivial. Por eso un término tan venenoso, debe ser cuestionado», afirmaba la columnista de «The Telegraph», Claire Cohen, sobre un término usado para burlarse, cuestionar o silenciar a las mujeres cuando se trata de defender sus derechos o plantear desigualdades de género.

Feminazi.

Eres feminazi si protestas contra el sexismo. Eres feminazi si planteas que como mujeres debemos tener igualdad. Eres feminazi si protestas contra cualquier tipo de violencia que se le inflija a una mujer.

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Uno de los tantos memes que se burlan de las «feminazis». Por ejemplo, usar a la ligera conceptos académicos del feminismo. 

Estás loca, eres fanática, eres extremista, eres «fea», no te depilas, eres gorda, no razonas, dicen los que quieren silenciar tu discurso y omitir el hecho de que aún en pleno siglo XXI existan fenómenos sociales que no te permiten salir a la calle porque pueden acosarte y hasta matarte.

Que afirmes que sí, siguen existiendo y son reales las prácticas que hacen que te sigan  menospreciando en el trabajo, que te rebajen ante tu pareja y que sigan cuestionando lo que haces con tu cuerpo. Si lo muestras, o no lo muestras. Tu sexualidad. Cómo lo moldeas, cómo te peinas, cómo lo vistes. Pero, ¿de dónde sale el término?

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Marcha del movimiento «Slutwalk» en Canadá, que se opone a la cultura de la violación y que afirma que la mujer puede vestirse como quiera. El «feminazismo», según sus promotores, es equiparado a la represión corporal que se sufre con el talibán.

Lo usó el locutor conservador Rush Limbaugh en 1992, al referirse a las mujeres que defendían el derecho al aborto, lo que él consideraba un «Holocausto», por las cifras que se producían del mismo en Estados Unidos en la época. «Feminazi es una mujer que cree que lo más importante en la vida es que se practiquen tantos abortos como sea posible». Por supuesto, lo terminó extendiendo al discurso feminista: las feminazis son hembristas y el hombre simplemente es «inferior».

Pero fue la feminista Gloria Steinem quien le contestó en 1996 con un hecho histórico: Hitler mismo, el fundador del nazismo, desterró a las feministas de la época ( Helen Stocker, Trude Weiss-Rosmariny y Clara Zetkin) y a otras simplemente las mató en sus campos de concentración. Entonces, ¿por qué el feminismo está relacionado con el nazismo si desde la Historia y terminología son conceptos incompatibles?

«Hace cincuenta años nos decían otras cosas»

Porque simplemente es el nuevo término asociado a las mujeres que desde hace décadas han luchado por la igualdad. «A nosotras nos decían otras cosas antes. Nos tratarán de viejas brutas, locas, cualquier cosa, pero cuando la gente se acerca a lo que hacemos y los aportes que el feminismo ha tenido desde hace 60 años, todo cambia», afirma la reputada feminista francesa Florence Thomas, radicada en Colombia y coordinadora del grupo Mujer y Sociedad, de la Universidad Nacional de Colombia.

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Se suele pensar que el feminismo sataniza a los hombres y los ve como «el enemigo».

«Lo que pasa es que una cultura patriarcal no aguanta mujeres autónomas, libres, que han aprendido a exigir derechos. El patriarcalismo resiste mucho y muy bien, a pesar de que cada vez le damos más golpes. A mí me decían otras cosas cuando yo era joven. Y eso que desde hace 50 años soy militante feminista», enfatiza.

Thomas, quien afirma no tener redes sociales, asegura que el feminismo no es «hembrismo» ni «imponer ideología de género». «Todo lo contrario. Hablar de enfoque de género es cerrar la brecha entre hombres y mujeres. Tampoco nos victimizamos. Queremos cerrar brechas de desigualdad, queremos construir equidad para hombres y mujeres y hacer eso no es maltratarlos a ellos. Es simplemente creer en la democracia. Y la democracia sin las mujeres no funciona. Hace 50 años nadie hablaba de esto. Hoy la prensa tiene agenda feminista y eso significa que hemos avanzado.»

Feminazi= feminista = mujer «fea»

La imagen de la mujer «poco atractiva» es un gag recurrente de memes, caricaturas y estereotipos asociados al feminismo, asociados a la quema de brasieres impuesta en la Segunda Ola del movimiento y el rechazo de la corriente hacia la moda al considerarla en ese entonces como método de opresión. Cortes masculinos, sobrepeso, no depilación, piercings, ropa masculina. «Odio a los hombres». 

Todo lo opuesto a los cánones tradicionales de «atractivo», que hoy siguen reproduciéndose al mil por ciento en redes sociales.

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«Una feminazi es una persona sexista que cree en la dominación femenina. Son cerradas y el que no está de acuerdo con ellas es un violador. Son feas, frustradas y creen que todo hombre quiere violarlas», muestra esta caricatura en redes sociales. 

Eso cambió en las décadas de los 70 y 80 e incluso autoras feministas como Elizabeth Wilson se atrevieron a acercar la moda con el feminismo e incluso a verla como una forma de empoderamiento a través de los power suits, tacones y otras representaciones que alejaban prejuiciosamente el cuerpo femenino de lo académico y lo político, al considerarlo «poco serio», cuando al contrario, es más importante que nunca.

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Desfile de Chanel, donde Karl Lagerfeld (en el fondo), puso al feminismo como centro de su desfile de moda y en la moda misma. 

Porque hoy, este permea la agenda cultural. Desde Karl Lagerfeld con Chanel y su colección feminista en 2015, homenajeando a las Riot Grrls, hasta Emma Watson y otras famosas en redes sociales (famosos también), por primera vez en años se vuelve a hablar de feminismo y temas como el acoso callejero, la violencia doméstica, los cánones de belleza y lo que implica abogar por igualdad de derechos y temas concernientes a la vida de la mujer en una época irónicamente más conservadora que nunca.

Imagen foto_00000006 «Así es como luce un feminista». En esta campaña de Elle UK participaron Benedict Cumberbatch, Tom Hiddleston, Emma Watson y otros famosos.

Si alguien tan esnob como Karl Lagerfeld – cuyas musas son convencionalmente atractivas- y alguien tan alejado del estereotipo como Emma Watson, tomaron la causa como bandera, ¿qué sentido tiene la imagen del «poco atractivo» (lo que quiera que eso signifique) sino generalizar y burlarse de lo desconocido u ofensivo hacia el statu quo?

Soy mujer, pero no soy feminista

Soy una «cool girl». La «cool girl» de la que hablaba el personaje de Rosamund Pike en la película «Perdida», que no tenía los «complejos típicos de mujer». Que no era estirada, que se complicaba poco la vida, que adoraba los deportes, que veía cine arte así como una película de Adam Sandler, siempre joven, siempre delgada, siempre bella, siempre perfecta, siempre complaciente. La «cool girl» que creó en 2014 el popular hashtag #WomenAgainstFeminist y cuyos principios comparten muchas mujeres al horrorizarse de ver a otras no depilándose porque quieren o mostrándose desnudas con 200 kilos de peso.

Imagen foto_00000007 «No necesito el feminismo porque adoro que los hombres me digan cumplidos sobre mi belleza».

Las mujeres temen considerarse feministas para no enfrentar todos los motes que las más avezadas de su género enfrentan. Y ellas mismas usan un término que han deformado incluso («feminacas»), para burlarse de quienes se atreven a alzar la voz.

Por supuesto, con las mismas contradicciones de los hombres con los que piensan congeniar porque les gusta. Quizás no saben que el feminismo en sí las ayudó desde hace más de un siglo a salir a la calle, a opinar en una red social o a poder tener el derecho si quiera de trabajar y ser una «cool girl» que bebe cerveza, que puede ser sexy y recibir cumplidos si quiere y no tiene «complejos de mujer».

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