Por Luz Lancheros
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México, en los Juegos Olímpicos, solo ha colmado titulares internacionales – lastimosamente- con el matoneo hecho hacia la gimnasta Alexa Moreno, quien quedó en el lugar 32 de la calificación general. En vez de calificar su desempeño, muchos de sus compatriotas, discriminatoriamente, se pusieron a denigrarla porque estaba «gorda».
Y aunque Alexa pesa solo 45 kilogramos ( 99 libras) y mide 1,47 metros. Su cuerpo es pura masa muscular. Y si creen que esto afecta siquiera su desempeño o técnica, se quedarán sorprendidos con el peso de Alexandra «Aly» Raisman, favorita del equipo de Estados Unidos y quien ganó medalla de oro en suelo en Londres 2012 y otra en viga. Pesa 114 libras (52 kilogramos). Su altura es de 1,57 metros.
Y es una de las estrellas máximas de la gimnasia mundial. Vean una de sus rutinas. Pura precisión y potencia. Eso le ha permitido estar en programas como «Dance with the Stars».
Cosa parecida es Simone Biles, la revelación de estos olímpicos. Vean su maravillosa rutina en suelo, inspirada en la samba brasileña. Toda alma y sabor:
Simone mide solo 1,45 metros. Pesa 47 kilogramos (103 libras). Como en el caso de Alexa o de Aly, no es por su peso que ha sido evaluada sino por cosas como destreza, técnica, precisión, perfección en la ejecución y dificultad en los ejercicios que hace.
Y sí: existen gimnastas como las del equipo chino, que por constitución y genética son más delicadas y diminutas. Pero la dieta, el lugar de proveniencia y la genética cuentan mucho en el físico de un atleta. Si bien rusas y chinas han ganado por ejemplo en aparatos como barras asimétricas, no ha sido solo por su complexión sino por su destreza.
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