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Pedro Campos di Girólamo: “No me comporto como un pololo normal”

Trabaja en teleseries, tiene su propia compañía de teatro, y asegura que hay un antes y un después de protagonizar “El Bosque de Karadima”. en el futuro le gustaría dedicarse a la dirección cinematográfica en Chile o el extranjero, Y en lo personal, confiesa que sus relaciones no sobrepasan los 6 meses.

Por: Carolina Palma Fuentealba. Fotografías: Gonzalo Muñoz.

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Pedro Campos (27) es la prueba de la influencia de los genes. Hijo de los talentosos actores Claudia di Girólamo y Cristián Campos, se interesó desde pequeño en el oficio de sus padres y de forma bastante natural. Él siguió el mismo camino, aunque hace sólo 4 años que debutó en televisión, en la teleserie «Maldita», de CHV, que no logró buena sintonía. «La grabamos el 2011, y salió al aire el 2012, entonces esa instancia de llegar a grabar sabiendo que te va pésimo, no existía. Para mí fue una experiencia exquisita, conocí a grandes actores y lo pasé ‘la raja’. El fracaso no me lo tomé personal, para nada», asume.
Como hombre Virgo, se considera una persona con carácter, pero tímido y bastante solitario. Otras características que lo definen es su adicción a las series y su gusto por viajar, tanto que antes de comenzar las grabaciones de «Pobre Gallo», de Mega, pasó 5 meses recorriendo Europa y Cuba. Incluso, confiesa que ahora lo que más disfruta son los viajes a Yerbas Buenas, un pueblo precioso cerca de Linares, donde transcurre la teleserie. «Además me encanta que este equipo esté súper afiatado desde ‘Pitucas sin Lucas’, porque hay mucha onda entre todos. A los nuevos nos apapachan, y ha sido rico».

Lo más comentado es que interpretas al pololo de tu prima-hermana, Mariana di Girólamo.

¿Cuál fue su reacción cuando les dijeron que serían pareja?
Fue un shock (ríe). Gracioso, pero igual nos preguntaron si sería complicado, y la verdad es que no, porque todo depende los personajes. Como en la historia son pololos que llevan seis años juntos, tienen una relación muy afiatada, de mucha confianza, es distinto. Con la Mariana tenemos esa confianza porque somos amigos desde chicos, entonces, súper bueno aprovecharlo para meterle la complicidad a los personajes. La tecla más romántica la toca con Schuster.

¿Y qué pasa en las escenas de beso?
Son pocas, y hay que hacerlas no más. Ensayarlas, estar tranquilos y actuar.

Bueno, hay primos que hasta se casan…
Sí, conozco dos parejas de primos que están casados, con hijos y todo. No es tan anormal. Es diferente si hago de pareja de mi hermana. La Mariana ha sido bien profesional con esto y a esta altura nos causa gracia. Además, es la que más conocía al elenco y me ayudó harto a integrarme.

¿Defines a tu personaje como galán?
«Juan» es más bien bruto, machista, todo lo contrario a mí, que soy feminista (ríe). Y también es conservador, muy práctico y llevado a sus ideas. Claro, cuando Schuster me quiere quitar a mi polola, como una estrategia para que no me la quite, empiezo a portarme mejor. Sucede harto que alguien de la pareja trata de cambiar ciertas cosas para que el otro se quede.

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¿Te gusta el rol de galán?
No me complica ni me causa prejuicio serlo. De hecho, en otras teleseries me han dado el personaje más de galán, en ésta no, y me gusta harto porque uno quiere hacer cosas distintas. Este papel me permite ir a otras áreas de la personalidad, porque es más popular.
No sólo has hecho televisión, cine y teatro, sino que tienes una compañía a tus 27 años.
Sí, desde que tengo 23. Si me preguntas qué me gusta más, me gusta todo, pero lo que más, es la dirección, la fotografía. Hice un curso de cine en Cuba y aluciné. Es un espacio que me gustaría explotar.

Te veremos como director de cine, entonces.
Bueno, uno trata de equilibrar los tiempos. Me siento afortunado de trabajar en televisión, porque es un training constante de actuación, y el teatro me gusta mucho por mi compañía, pero el cine no lo he explotado tanto en el sentido de presentar proyectos o escribir cortos, y me prende mucho eso.

Tus papás deben estar súper orgullosos al ver tus ganas de hacer cosas.
Sí, lo encuentran buenísimo. Es súper fácil quedarse en el lugar del actor. Uno como actor es una herramienta del director y, en ese sentido, nunca me he sentido con la idea de «soy el actor, úsenme, llámenme, hago lo que tú quieras». Está bien, pero no me quedo tranquilo con eso. Mi mente está todo el tiempo creando, y necesito tomar el lugar del director que experimenté en Cuba y en mi tesis, y lo pasé la raja. En ese puesto empiezas a votar tus referencias, tu esencia, tu energía, antes de dormir piensas cómo mejorar.

En las grabaciones de «El Bosque de Karadima», ¿qué fue lo más fuerte?
Fue brígido. Al Matías (Lira, el director) le costó mucho sacar la película, porque le prohibieron iglesias y locaciones. Para mí fue súper importante; tanto, que hay un antes y un después en mi carrera: encontré, actoralmente, algo que no había experimentado. En términos emocionales era muy exigente, siempre me había costado entrar ahí frente a las cámaras, no así en el teatro. El cine te da mucho tiempo para concentrarte para escenas más fuertes como la del auto, donde el cura me masturba, o cuando se da cuenta que fue abusado… El Matías te daba tiempo para conversar la escena, y desde ahí dirigirla. Me permitió entrar en una dinámica honesta. Aprendí mucho de todos ellos.

Te gustan las temáticas potentes…
Me gusta llegar a ese nivel de profundidad, porque es un desafío gigante. Irse a un área tan oscura es un reto, aunque también la comedia es súper difícil. Estoy aprendiendo mucho de mis compañeros secos, como Feña Godoy o Andrés Velasco. De a poco entiendes sus códigos para estructurar los personajes.

¿Tus papás se preocupan de tu carrera? ¿O se desapegan?
Les gusta opinar (ríe). Con «El Bosque de Karadima» quedaron impactados, toda mi familia en realidad. Es que algunas escenas dan asco, no son agradables de ver. Mis papás están orgullosos, y también me dijeron que era admirable llegar a ese despojo en las escenas. No puedes tener ningún juicio al actuar. En una película como ésa, donde tienes millones de juicios, no puedes darlos, porque los emite el espectador y ahí recién se completa el sentido de la escena. Para mí es muy importante lo que mis papás digan, pero a mí también me gusta opinar sobre ellos. Crecí en este medio y he llegado a entender cómo se crea este universo de la actuación, entonces, siempre tengo una opinión. No se trata sólo de los actores, sino también del guión o la dirección.

Estás soltero. ¿Cómo tomas que el público femenino te aborde más ahora, que eres conocido?
Honestamente, me da susto. Soy una persona muy tímida y antisocial, entonces, tengo un temor constante al reconocimiento en grandes cantidades, a las masas. Me da pánico, trato de controlarlo y aprender de mis compañeros que tienen más experiencia. Cuando estás en una teleserie al aire te reconocen mucho, pero después baja. En «Vuelve Temprano» sentí por primera vez eso, que te reconozcan en todas partes, hasta en los carretes. Es brígido, porque no puedes estar tranquilo… Aprecio mucho mi soledad, mi espacio con amigos. Debo controlarlo más. Al mismo tiempo, y porque lo he visto en mis viejos igual, sé que es puro cariño que te quiere demostrar la gente.

¿Y estás soltero porque tienes mucho trabajo o porque estás disfrutando de la vida?
(Ríe) Estuve ‘pinchando’ hace bien poco, pero terminé por la pega. Estoy bien colapsado entre trabajo y otras cosas, y por lo que más me alegan las pololas es por el tiempo. No me comporto como un pololo normal, porque paso tres días sin llamar, por pega.

Tus espacios de soledad, ¿cómo son?
Me gusta tocar teclado, estar con amigos, ir al cine. Valoro mucho los momentos de tranquilidad fuera de una relación. Creo que no hay que compartirlo todo y ahí choco, y me alegan mucho. Soy malo para pololear, nunca duro más de 6 meses.

¿No te imaginas con una familia?
No. Ahora tengo 27 años, pero quizás a los 30, cuando esté encaminado hacia la vejez (ríe). Lo pienso, pero es algo que tendré que aprender en pareja. No he encontrado a la mujer que me entienda, que comprenda que soy así y lo soporte, y yo a ella también, por supuesto, es mutuo.

Me comentaste que te gusta viajar. ¿Te ves trabajando en el extranjero?
Soy muy patiperro, me gusta trabajar aquí y afuera. Antes de empezar la teleserie estuve viajando cinco meses por Europa y Cuba. Fui solo, pero vi amigos allá. Fue la mejor experiencia de mi vida. Es bonito encontrar espacios de independencia reales. Me sirvió para darme cuenta cuánto me gusta viajar, conocer otros lugares. No podría concebir la vida sin eso.

¿Te imaginas en Argentina o más lejos?
No sé, en realidad. Hace dos años estuve audicionando en Nueva York, para hacer un magíster que al final no resultó, pero sigo con la idea de estudiar afuera. Me encantaría algo relacionado con cine, en Nueva York, Los Ángeles, Berlín o Inglaterra… No sé. Seguro voy a emigrar en algún momento.

¿No te da miedo dejar un trabajo seguro aquí?
No. La incertidumbre me hace estar alerta, sentirme vivo.

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