Tocar constantemente el rostro es una acción que puede parecer inofensiva en un principio, pero puede traer consigo una serie de efectos negativos para la piel si se convierte en un hábito.
Esta repetitiva manía de rascar, pellizcar o tocar la piel puede desencadenar problemas dermatológicos significativos. En psicología, se conoce como dermatilomanía, un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que lleva a la persona a sentir la necesidad impulsiva de manipular su piel de forma repetida.
La dermatilomanía, también denominada trastorno de excoriación o skin picking, suele manifestarse en personas de diferentes edades. Las zonas más comunes de incidencia son la cara, los labios, las manos y los brazos, donde se desarrollan acciones como rascar, pellizcar o frotar de manera compulsiva, a veces incluso utilizando objetos que pueden causar daños en la piel.
Los efectos que causa en tu piel tocarte constantemente el rostro
Al tocarse constantemente el rostro, se introducen suciedad y bacterias de las manos en los poros, lo que puede empeorar el acné preexistente o desencadenar la aparición de nuevos granos. Exprimir los granos puede generar marcas permanentes, agravar la condición del acné e incluso provocar infecciones en la piel.
Además, este hábito puede propiciar la propagación de suciedad, grasa y bacterias de las manos a la cara, generando erupciones cutáneas.
Otro efecto no deseado de tocarse la cara constantemente es el incremento del riesgo de infecciones, como la gripe o el resfriado, al transferir microorganismos presentes en las manos a la piel facial. La Academia Americana de Dermatología (AAD) recomienda limitar el contacto con el rostro a momentos específicos, como al realizar la limpieza, la hidratación, la aplicación de protector solar o maquillaje, siempre asegurándose de que las manos estén limpias.
Evitar tocarse el rostro de forma constante puede contribuir a mantener una piel más sana y libre de afecciones no deseadas.