Para nadie es un secreto que Kim Kardashian, así como sus hermanas Khloé, Kourtney y tiempo después, Kylie, implantaron un nuevo cánon de belleza desde que saltaron a la fama en 2007.
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Con el paso del tiempo fueron ganando más impacto en el mundo de la moda y el entretenimiento, por lo que el mundo pasó de admirar a las mujeres muy delgadas con piernas largas, tipo Kate Moss en los noventa, a alabar las curvas.
Ellas popularizaron y volvieron deseable la voluptuosidad. Los cirujanos vieron un alza en operaciones estéticas de busto, glúteos y cinturas finas, e incluso rellenos de labios. Todas querían lucir como las Kardashian.
Por eso preocupa que actualmente Kim y Khloé estén más delgadas que nunca. De hecho, se rumora que las famosas optaron por quitarse sus rellenos de glúteos, los cuales han sido un secreto a voces tras la creación de su reality show familiar.
La idea detrás de esto serían cuerpos más armónicos, naturales, estilizados, y sí, más parecidos a ese viejo estereotipo de belleza que ellas mismas habían derrotado.
La propia socialité le reveló al mundo que había perdido 7 kilos en una dieta exprés para meterse en el vestido de Marilyn Monroe para la MET Gala y que seguía perdiendo peso para estar en una mejor forma física, lo que le valió críticas.
Si bien, estas transformaciones dependen únicamente de su motivación personal y libertad, totalmente respetables, no deja de ser inquietante lo que pueda estar en puertas: ¿volveremos a ver como el objetivo máximo ser delgadas, sin importar el costo?
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En tiempos donde la positividad corporal ha dado pasos agigantados, se abraza el amor propio, los rollitos cada vez son menos vistos como “defectos” y no se glorifica tanto un abdomen plano, es preocupante lo que este nuevo efecto Kardashian pueda generar sobre todo en las más jóvenes.
Kim Kardashian y Khloé ejercen una gran influencia y dictan las pautas de lo que muchas mujeres anhelan, por lo que estos patrones estéticos, cada vez más irreales, podrían desencadenar dismorfia corporal, estríctos regímenes e intervenciones estéticas innecesarias en las demás.
Tal como apunta Vogue, “el riesgo es el de la glamourización de la delgadez y la blanquitud extrema en el que ya se incurrió en los 90 y principios de los 2000, y que alienta las posibilidades de que las menores o personas más vulnerables padezcan trastornos alimenticios”.
“El mayor peligro que esconde la metamorfosis de la familia más influyente del planeta es la de acabar con las tímidas conquistas en materia de diversidad de cuerpos y colores de piel que desde hace solo muy poco tiempo preocupa a la industria de la moda. Y, por supuesto, su impacto en la vida, salud mental y hábitos nutricionales de los miles de adolescentes que las siguen en redes”, reflexionan.