En las últimas semanas se ha hablado de forma reiterada de la Miss Universo, Harnaaz Sandhu, por ser el centro de muchas críticas por su aumento de peso, algo que no le ha agradado a muchos.
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Sin embargo, con la gracia que caracteriza a cualquier reina de belleza, la joven india de 22 años respondió que “todos miramos las cosas desde nuestra perspectiva. Todos atravesamos por cambios… Esta soy yo y me amo a mí misma”, durante una entrevista.
Por otra parte, hace pocos días también la actriz, Rebel Wilson, comenzó su monólogo en los BAFTA haciendo referencia a lo mucho que había cambiado su físico desde la última vez que estuvo en ese escenario, tras perder más de 35 kilos.
La protagonista de Pitch Perfect bromeó sobre que intentaba atraer a Robert Pattinson y más adelante que esto le había abierto nuevos papeles en la actuación, pero sin duda, nos hizo reflexionar sobre el hecho de que el peso siempre es un tema de conversación hacia las mujeres.
No importa lo talentosa, inteligente o capaz que sea, la sociedad insiste en hacer del peso un punto decisivo de la mujer, como si su valor dependiera de ello
No en vano, muchas han asociado la delgadez con el éxito, la belleza, la sensualidad, la fama, el amor, la riqueza y más, presionándolas para que cumplan ciertos estándares de belleza y se les sigue castigando con dureza cuando se salen de ellos.
Pero la realidad es que nadie más allá que ellas mismas debería atreverse a opinar sobre sus siluetas, ni mucho menos obligarlas a dar explicaciones por sus oscilaciones de peso, porque las únicas expectativas que deben cumplir son las propias.
Además, esto es algo natural que depende de factores como el estrés, las hormonas, la retención de líquidos, edad y más, por lo que poner presión adicional puede hacerlas vulnerables a trastornos alimenticios, ansiedad, depresión, baja autoestima, entre otros.
Las mujeres somos las únicas capaces de decidir sobre nuestro cuerpo, en todo sentido, por lo que nuestra apariencia no le compete a nadie.