Todavía es muy frecuente que las personas asocien la delgadez con el éxito, la belleza, la salud y la felicidad. Es la cultura de la dieta en su máximo esplendor, una obsesión por imponer este determinado tipo de cuerpo, muchas veces sacrificando la salud física o mental.
Escribiendo estas líneas viene a mi mente aquella vez que en el instituto mencionaron como uno de mis defectos que era «gorda». Es decir, para la sociedad tener sobrepeso es igual de reprochable que decir mentiras, tomar algo prestado y nunca devolverlo, o ser impuntual.
Va de la mano de la gordofobia, ese rechazo consciente o insconsciente hacia las personas con obsesidad, pues vivimos en mundo que humilla, invisibiliza, maltrata, ridiculiza, excluye y violenta a un grupo de personas solo por una determinada talla.
Y sí, como no queremos formar parte de ese bando estigmatizado, hacemos dietas descabelladas, nos privamos de comer aquello que nos hace feliz, compramos ropa con tallas menores, nos sometemos a la ‘operación bikini’ cada vez que llega el verano y más. Ya basta.
Empecemos a cambiar la cultura de la dieta por la cultura de la autoaceptación
Sería mucho más productivo, beneficioso y saludable. Los trastornos alimenticios no estarían a la orden del día y nuestra relación con la comida llegaría a su mejor punto en la historia.
Además, si este respeto y amabilidad hacia nosotros mismos lo proyectáramos hacia los demás, entenderíamos que no está bien opinar sobre el cuerpo de otras personas.
No en vano, cada vez hay más nutricionistas que se oponen a la cultura de la dieta, explicada por la experta Victoria Lozada a S Moda como el “sistema de creencias que perpetúa que hay cuerpos que no están bien y que solamente la delgadez es salud”.
Para ellos, es un tema de bienestar físico y emocional. «Entre un 90 y 95% de las personas que hacen dieta recuperan el peso perdido o más en un plazo de dos a cinco años», afirma, además que generan trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad o depresión.
¿La solución? Encontrar un balance entre alimentación saludable y actividad física, escuchar las señales del organismo, mejorar la relación con la comida, construir el cuerpo que queremos por motivación propia de una forma más paciente y responsable, y sobre todo, vamos a querernos mucho.
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