Una piel menos firme, con arrugas y manchas, son los nuevos retos que a la base de maquillaje le toca atender, y por tanto, no puede ser la misma en una piel joven, que en una madura.
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Te explicamos cuál usar según consejos de profesionales citados en el portal de Clinique, y en el de la revista Vogue, quienes indican además cómo aplicarla.
Para veinteañeras
Con una piel joven, las dificultades son mínimas, solo el acné puede ser un problema. La base puede ser de textura ligera.
Para aplicar esta base podemos utilizar tanto la brocha, como la esponja, para un acabado imperceptible. Si la piel es grasa no conviene usar las manos, pues siempre enriquecen el producto y pueden aportar un efecto graso.
A partir de los 30, invertir en dos fondos
Cuando ya superas los 30, una buena idea es invertir en dos fondos de maquillaje, con dos tonalidades, una más clara y otra más intensa.
Una debe ser del tono exacto de la piel y otro un poco más oscuro.
En invierno, el más intenso será el aliado perfecto del contorno, y en verano, se convertirá en la base unificadora mientras que el más claro será el perfecto iluminador y corrector de ojeras, para un efecto natural.
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Desde los 40
A partir de los 40 es cuando la textura de la base debe ser más ligera para evitar el temido efecto máscara, con bases muy cubrientes que suman años.
Se prefiere también maquillajes satinados, con bases más jugosas y luminosas, para mantener la piel hidratada y lo suficientemente cubierta.
Los primers o prebases son nuestros aliados para corregir color, rojeces, manchas e iluminan.
Y a partir de los 50
Hay que buscar fórmulas que, además de cubrir la piel, también le aporten tratamiento: que hidraten y protejan, además de dar tono.
Para ello existen bases enriquecidas con activos antiedad y cobertura modulable.
En caso de piel muy seca, puedes mezclar el maquillaje con dos gotas de aceite facial, para un aspecto jugoso y fresco.