En la historia y en todas las culturas, los seres humanos se han modificado para encajar en ciertos patrones colectivos y hegemónicos. Y desde el nacimiento del sistema y la industria de la moda, muchas prendas implicaron la renuncia al confort, la seguridad e incluso el bienestar físico de muchas personas para poder lucir aquellas prendas que estaban en tendencia y que les iban a dar cierto estatus, o pertenencia.
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Pero en medio de ello hubo muchas enfermedades, muchas muertes (como la de Isadora Duncan con su bufanda, por ejemplo, o las muchachas quemadas con sus faldas de crinolina en el siglo XIX), muchos accidentes y muchos otros episodios que llevaron a la industria de la moda a evolucionar en sus prácticas productivas y laborales. Y esta historia, narrada en un libro para niños y que encierra una compleja investigación histórica, fue contada por Alison Matthews David y Serah-Marie McMahon en “Killer Style: How Fashion Has Injured, Maimed & Murdered Through History” (“Cómo la moda ha lastimado y asesinado a través de la historia”), de la editorial canadiense Owlkids Books.
METRO habló con Serah-Marie McMahon sobre la creación del libro y también sobre algunos casos en los que la moda fue una mortífera y desconcertante asesina.
¿Cómo comenzó este libro?
–Originalmente, era un libro para adultos. Lo escribí con Allison Matthew Davis (coautora de “Killer Style”). Fue realmente su idea e hizo una versión para adultos, llamada “Fashion Victims”. Ella trató de hacer una versión para niños, pero se le estaba dificultando mucho crear una versión sobre el tema que fuese para este público. Ahí es cuando vine yo. Tengo un background en la moda: dirigí una pequeña revista independiente en Canadá durante 10 años y ahora estoy en la industria editorial para niños. También tuve que hacer labor investigativa adicional, pero la parte más difícil fue tomar todo este material tan perturbador y hacerlo digerible para los niños.
¿Cómo fue este proceso de investigación?
–Allison estuvo en Inglaterra, Francia e hizo la investigación original. Ella estuvo investigando en los periódicos de hace muchos años. Yo también estuve trabajando en esta investigación de manera temporal. Pasamos mucho tiempo viendo los archivos médicos, como los periódicos de medicina y los reportes de los doctores. Pensé que estábamos escribiendo un libro sobre moda, pero me la pasé la mayor parte del tiempo viendo investigación médica.
¿Cómo hacer de este tema un libro para niños?
–Uno, a los niños sí les interesan realmente estos temas. Hay muchos libros populares por el estilo para niño. En algún modo, los adultos se incomodan más por las historias de horror que los niños, pero a ellos les gustan. Ahora, lo que hice, fue mostrar por qué la gente hizo lo que hizo, no hacerlo de forma arbitraria. Traté de explicar qué los motivó a hacer eso, porque los niños siempre quieren saber por qué. Segundo, traté de hacerlo como una historia, darle narrativa y lo tercero, explicar por qué no pasa más. Mostrar cómo nos dimos cuenta del problema y cómo lo resolvimos. Aún con las cosas que pasan, como comunidad y cultura luchamos para que todo sea mejor, aún cuando todo empeoró, muestro cómo tratamos de hacer las cosas mejores para el futuro. Y en ese sentido, es muy optimista.
¿Por qué cree usted que la moda ha sido tan incómoda para nosotras las mujeres durante años? ¿Por qué nos ha lastimado y matado de esta manera?
–Así como hay tantas mujeres que sacrificaron su confort y seguridad por el estilo, también hubo hombres que resultaron ser víctimas de la moda. Pero mayoritariamente, estas víctimas han sido mujeres. Y lo que debemos preguntarnos es qué hacemos y por qué para lucir de la manera en cómo lo hacemos. Y cuál es el costo.
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Ustedes retratan muchas formas de cómo las culturas naturalizaron ciertos tipos de sufrimiento para encajar en el molde social. Lo increíble es que estos siguen existiendo: las cirugías plásticas. El blanqueamiento en Jamaica o India, por ejemplo.
–Me siento incómoda diciéndole a la gente qué hacer sobre sus propias decisiones. No soy quién para juzgarla. La cosa es que la gente hace cosas para lucir más bella, no podemos negarlo. Pero el libro jamás se trata de juzgar por qué las personas toman estas decisiones. Se trata de criticar el sistema que crea estos deseos que las llevan a tomar estas decisiones. Entonces, no es juzgar y mostrar solo por qué hicieron lo que hicieron sino dar un contexto y explicarlo, para que la gente lo entienda y tenga una aproximación y perspectiva.
“En el libro las víctimas de la moda son víctimas en el sentido literal. Habla de cómo la gente sufrió y murió por lucir más atractiva o hacer a otra más atractiva”
¿Cuál fue el caso más impactante que tuvieron que narrar?
–Para mí, el de las chicas del Radio a comienzos del siglo pasado. Fueron mujeres que trabajaban en una fábrica y estaban expuestas al Radio (material químico), para pintar relojes que brillaban en la oscuridad y ponían todos los días este material en sus manos, dientes, boca. Es horripilante. Pero el Radio te va matando lentamente, dentro de 3, 20 años después. Muchas mujeres comenzaron a morir, pero las compañías para las que trabajaban aludieron estas causas de muerte a otra cosa, por lo que igual tuvieron que seguir trabajando en ello. El proceso para darse cuenta de esto y pararlo duró una década. Y para cuando todo cambió (en el trato hacia los trabajadores), ellas ya habían muerto. Es muy triste, porque las compañías sabían que era su culpa, sabían lo que estaba pasando pero aún así, siguieron. Y eso es muy descorazonador. Hay mucha documentación sobre esta historia y aunque no sabíamos de la familia y el modus vivendi de estas mujeres, ver cómo trabajaban y en qué condiciones, fue devastador.
Cuando uno habla de piezas famosas que lastimaron mujeres, habla del corset. ¿Cómo lo tratan en su libro, sabiendo aún más que volvió con las Kardashian?
–Realmente, es muy chistoso, porque tenemos un capítulo del libro donde desmitificamos todo esto. Revisamos con otro experto que ha investigado (la historiadora de moda Valerie Steele), sobre la pieza y encontramos que muchas de las historias que hablaban de esto no son ciertas. No hay un solo caso registrado de alguien muriéndose por usar un corset. La única forma en que un corset podría lastimar a alguien es si se lo pone a un niño pequeño. Si un niño se pone esta pieza, es muy probable que cambie la forma de sus huesos, pero esto no pasa con una mujer. Los huesos siempre vuelven a donde estaban. Y no hay un solo registro histórico de mujeres con huesos removidos ni muertas por eso. Solo que estas historias nacieron porque hubo mucho rechazo hacia el uso del corset entonces. Había también un ‘shaming’ en eso. La historia de esto es muy compleja.
Y por último. ¿Cuál es su definición de “víctima de la moda”?
–En el comienzo del libro hablamos de cómo el término se acuñó para las mujeres que seguían ávidamente las tendencias, sin pensar por sí mismas. Acá lo mostramos como la gente que sufrió por lo que se puso.
4 historias de (horror) moda de “Killer Style”
Sombreros tóxicos
¿De dónde salió el personaje del “Sombrerero Loco” de “Alicia en el país de las Maravillas”? De los sombreros con mercurio. Como los de piel eran tan caros, se solucionó el problema de su hechura con mercurio, que es tóxico para el ser humano. Este se combinaba con seda y cuero, y para 1825, se hacían dos millones de sombreros anualmente. Pero esta exposición al mercurio deformaba la lengua, los dientes, la boca y hacía que la persona incluso perdiera todos sus dientes. Había gente que no podía ni cerrar su boca y apestaban a metal. Algunos sombrereros desarrollaban paranoia, irritabilidad e incluso mucha gente podía convulsionar. Y aunque se sabía de esto solo hasta 1960 se reguló el tema. En USA, hasta los años 90.
Verde venenoso
Para 1775, Carl Wilhelm Scheele hizo un químico verde que se podia aplicar a todo. ¿El problema? Tenía arsénico. Solo hasta que causó una muerte atroz (la de Matilda Scheurer en 1861, quien pintó unas flores artificiales con el color y con el que literalmente se volvió verde), el color dejó de usarse. Incluso hallaron un vestido que tenía más arsénico del permitido.
El malvado corset
Tal y como se expuso en la entrevista, se crearon muchos mitos alrededor del mismo, pero no se probó nunca que las mujeres se deformaran o murieran por el corset.
Maquillaje fatal
De hecho el plomo sigue siendo un ingrediente usado en la cosmética, pero no en las cantidades fatales ni de la misma manera que hace siglos. Este se ha aplicado por miles de años. ¿El problema? Daña severamente el organismo, sobre todo los huesos. Hay de todos los colores: Kohl negro, en Egipto. El blanco es tinta, que usaba la reina Isabel I (en la ilustración).
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